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Channel: El tiempo detenido
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Lunes Jazz

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Todos los lunes 
deberían ser el Día Internacional del Jazz.
Porque el lunes es azul
como un blues
y es el comienzo que asciende en la semana
como un saxofón rampante 
por un pentagrama
que al llegar al cielo ya es martes.
Pero los lunes de madrugada no se encierran en pentagramas.
Son libres.
Llevan el sombrero ladeado
y conocen el sabor de la esperanza asordinada.
Los días de la luna tienen altibajos, cambios de ritmo,
locas improvisaciones como Satchmo.
No intentes secuestrar en un compás 3/4
tus ansias de viernes, maldito lunes.
Suena libre, con decisión
y quizá entonces no parezcas tan amargo
pintando de sábado
tus horas alargadas.

Los lunes, ya lo sabes,
yo soy el del café cargado.
Carga entonces de munición tu revólver,
que está escrito en la pared de algún bar: el amor es un balazo de felicidad
y los lunes
es el día de las balas perdidas. 


Un amanecer cotidiano

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Fotografía de Maravillas Espín Guirao

Una bola de fuego

en la boca del túnel

provoca el llanto

en la retina desacostumbrada,

fogonazo en el aliento de la noche

que persiste, todavía,

al filo de la mañana.



El amanecer de este día

no dibuja un cielo azul.

Descarna ojos, estalla espejos,

gobierna mentiras, disfraza insomnios.

Cose injusticias

a la espalda de los débiles

con los hilos de la indiferencia.



Despojada de las sombras,

es más cruel

la posada del transeúnte.

 Con sus rayos, el sol,
destapa los cubos de la basura,

indaga bajo las alfombras de la ciudad

y descubre camas de hormigón y asfalto,

coches-dormitorio

y hoteles de primera clase

en los cajeros automáticos

de ciertas entidades bancarias.



Una bola de fuego,

nacida en el vértice de la noche,

descifra el futuro

en el primer café de la mañana.

Son las ojeras,

negras, profundas, tristes,

pintadas en el rostro

de una ciudad cualquiera.


TSUNAMI

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El murmullo de la ciudad (Autor: Antonio Callau)


El mundo que quieres existe
(Luis Buñuel)
Desplegadas las alas,
el viento a favor nos empuja
hasta la ciudad
donde el hombre es caníbal
y a dentelladas se despoja de la humanidad.

Somos los fugitivos
de unos tiempos difíciles
donde las manos son armas 
y estrangulan
en lugar de tenderse.
Inventamos los días de sol,
las cosas sin sombra,
las habitaciones sin luz
y las monedas de una sola cara.

El amor cierto, en ocasiones,
es aliado del silencio.

Hoy nos tenemos tú y yo,
nada más.
Damos la espalda al mundo,
ajenos,
porque ya no pertenecemos.

Un gran tsunami
barrió la avenida de los taxis negros y amarillos
el día en que el mar
moldeó las casas de piedra
a su gusto, su imagen
y semejanza.
Cogidos de la mano
caminamos,
todavía deslumbrados,
por los restos que acumuló
el último naufragio.

Ahora queda la nada de humareda
como de tren antiguo,
desaparecido,
y una frase de luz
en labios de un sabio 
que dice:
El mundo que quieres, existe

Pocas palabras

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Lo que más amo, me deja sin palabras
(David Mayor)
Esta mañana te he llamado

y has dejado sonar el teléfono

en un mar de hielo e incertidumbre.



Cuando ayer, tu hermosura,

me dejó sin palabras

diseñé para hoy los versos

que me hacen hablar

para confirmar una realidad:



Sin ti

todo carece de sentido.



(La cita que precede al poema es de David Mayor y pertenece al poemario Otra novela editado porCartonerita niña bonita)

Domingos musicales: Full Metal Jacket (Stanley Kubrick. 1987)

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Vincent D'Onofrio como Recluta Patoso. ¿A alguien más que a mi le recuerda esta cara a la de Jack Nicholson en El resplandor? Kubrick's connection, I think!




Después de la impresionante escena en la que “recluta patoso” (Vincent D’Onofrio) asesina al sargento Hartman (R. Lee Ermey) en La chaqueta metálica(Stanley Kubrick 1987), la película tiene un primer final. La segunda parte será la que se centra más en el campo de batalla, en la guerra de Vietnam; en la supervivencia, el sinsentido de las guerras, la amistad entre los compañeros del pelotón (plasmado sobretodo en la escena del francotirador) y el deber de salir vivo a cualquier precio. En definitiva, se demuestra la dualidad del ser humano que Bufón (Matthew Modine) plasmará visualmente en su uniforme, luciendo una boina donde se puede leer la frase Born to kill (nacido para matar) y al mismo tiempo, portando la insignia de la paz sobre el hombro izquierdo. No solo en su uniforme, también en su actitud demuestra esa dualidad. En la primera parte de la película somos testigos del “castigo colectivo” que el pelotón de marines infringe sobre el recluta “Patoso”. Bufón forma parte de ese castigo y lo hace el último, con lágrimas en los ojos y animado por Cowboy Evans (Arliss Howard). Más tarde, en el campo de batalla, veremos a Bufón asesinando a la francotiradora Vietcong (Ngoc Le) y sabemos que esa imagen le acompañará el resto de su vida. Pero Bufón debía asesinarla, por supervivencia y por sus compañeros de pelotón. Al fin y al cabo, metiéndole un tiro en la cabeza, terminaba con el sufrimiento de la enemiga y es un final preferible al de quedar para el pasto de las ratas, como sugería Pedazo de animal (Adam Baldwin) En resumen, Full metal jacket es una película para enmarcar, con un final que es más un tributo a la vida, entre la muerte y la masacre de una guerra. Como para enmarcar es el momento musical que rescato aquí para este domingo y pertenece precisamente a la escena que divide la primera parte de la película de la segunda. En esta escena, una prostituta vietnamita llamada Da Nang Hooker (Papillon Soo Soo) se acerca a Bufón y a Rompetechos(Kevyn Major Howard) ofreciendo sus servicios con frases como “estoy muy caliente”, “Yo, chupar, chupar” o algo así como “te voy a amar mucho tiempo seguido” Esta es la primera escena de La chaqueta metálica en Vietnam y la música que acompaña el sensual movimiento de caderas de la prostituta acercándose a los soldados es “These boots are made for walkin’” de Nancy Sinatra. Otro momento para enmarcar.
En La chaqueta metálica el apartado musical, en su totalidad, no tiene desperdicio. Podemos escuchar, por ejemplo, Hello Vietnam de Johnny Wright, The trashmen, de Surfin' bird o The chapel of love de The Dixie Cups.

Entre mis souvenirs...

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Son las cuatro y media de la madrugada.


Venimos de un largo viaje.

Un barco que quiso zozobrar pero se mantuvo a flote.

Hemos recorrido sórdidas calles de escaleras mecánicas,

nos hemos perdido por un parque llegado de algún sueño 
o una pesadilla

y te he paseado por los túneles del metro 
como quien va del brazo de una diosa,

la octava maravilla del mundo,

en el subsuelo de Barcelona.



Entre mis souvenirs

he dejado un momento 
estancado en tus pupilas.

Tú me pediste un beso,

sin voz.

Y a tus espaldas,

en una pared, escrito con tinta roja,

pude leer: voy a perderme en ti 
para encontrarme.

Entre mis souvenirs

Una tarde de colillas, risas y sábanas enrolladas

bajo la suave cadencia

que acaricia un tema de Chet Baker.



Son las cuatro y media de la madrugada

y me pides un poema.

Lástima que yo solo acierte 
a coger un papel

y escribir un deseo,

ansiando ser el cigarrillo 
que se consume en tus labios.


*El tema que suena es Ponder, por Chet Baker. Y es admirable, esa pequeña sección de la canción en la que Chet Baker, con trompeta, homenajea a George Gershwin y a su Rhapsody in blue (minuto 3:00)

Presentación de "Lo que te quiero decir" (Chiado. 2013), poemario de Ricardo Usón

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El próximo sábado, 28 de septiembre, a las 17,00 se presentará en el Pabellón Municipal de Montañana (Zaragoza) el nuevo poemario deRicardo Usón titulado Lo que te quiero decir, publicado porChiado Tengo el enorme placer de haber escrito el prólogo de este nuevo trabajo de mi amigo Ricardo, junto a Lucía Pons Escrich, a dos manos. También tendré el placer de presentar, junto a Lucía, digamos que a dos voces, Lo que te quiero decir, el próximo sabado. Y lo que os quiero decir, realmente, es que estamos ante un estupendo libro de poesía. Pero, bueno, esto ya lo comentamos en el prólogo, con mayor profundidad. Así que, como no hay mejor plan para este sábado, os invito a venir a Montañana para pasar un rato agradable, en buena compañía y disfrutar de la creciente poesía de Ricardo. Como aperitivo, dejo aquí el prólogo que escribimos Lucía y yo:

Cuando Ricardo Usón decidió poner en mis inexpertas manos el prólogo de su nuevo hijo (así es como llama él a sus poemarios), solo tuve que recordar las copas, las risas y los momentos vividos alrededor de la poesía, desde aquel primer encuentro en el Café literario El Ateneo, hasta el día de hoy en que, con alegría, puedo asegurar que nos une una verdadera amistad. En él pude ver, desde el primer instante, a un amante de la poesía y de la naturaleza, comprendidas como dos partes de un todo común e indivisible. Porque Ricardo es un hombre de orígenes que huyó de la ciudad para encontrarse de nuevo con el campo y con todos aquellos paisajes que habitó siendo un niño. Ricardo huyó de la ciudad para reencontrarse, en definitiva, con su identidad. Por eso, vive lo que escribe.

Porque Lo que te quiero decir es un acto de amor al mundo que nos rodea, a la naturaleza siempre presente , una búsqueda de identidad con una voz clara, madura que, a veces, necesita gritar para acabar susurrando, en otras, aquellas palabras que llevaba tiempo sin pronunciar. El autor viaja en busca de la verdad. Y lo hace, retrocediendo en el tiempo, defendiendo la pequeña aldea donde habita frente a la ciudad que ahoga. Ensalzando el pasado frente al presente, unos días en los que, según sus propios versos, hace demasiado frío y pasa todo demasiado deprisa. Rastrea la verdad en el instante pausado. En la sencillez del agua y en la lluvia, como elemento purificador y esencial para encontrarse consigo mismo. Escudriña la certidumbre en las montañas, en el río, en el vino o en una seta, en un bosque o en el sencillo abrazo a un árbol, capaz de fusionar la sangre de un hombre con la savia de un amigo. Sintiéndose parte de él. La esencia en una comunión con los elementos del agua, el fuego, la tierra y el aire.



El grito y el reconocimiento de la propia identidad va apaciguándose y derivando al recuerdo de lo que fue. Un dragón en la sombra es el pasado que, sin embargo, atesora lo veraz, la esencia. La vuelta a la infancia es el origen frente al hombre que no se reconoce en su propio espejo. Según los versos del poema Y otra vez vuelvo a ser niño, al poeta le reclama el pupitre de un aula. Necesita reanudar una infancia interrumpida. En  este diálogo interior existe una lucha sin tregua entre todas las voces que le habitan. Una contienda que finalizará en el reencuentro con el pasado en que el autor habla con el niño que un día fue. Un viaje donde los versos son las alas que hacen volar al poeta, una búsqueda donde encontrará su propio yo en otro lugar distinto. Un tiempo que, quizá, había dejado olvidado.



El amor imposible, el no realizado, el solo soñado pero mezclado con una fantasía que puede o no ser real. Podemos leerlo en sus poemas Se va yendo, Quizás llevándome un amor, El olvido y más contundentemente, sin tapujos, en el poema Y seré cuerpo.Pero estos amores, distintos, son parte de un mismo viaje, parte de esa búsqueda que es toda la obra.



El poeta se desnuda frente a un lector que sostiene entre las manos su vida. Es  un poemario vital, sangra lo que escribe. En líneas transparentes vemos la esencia del sencillo ejercicio de escribir acerca de la búsqueda del natural instinto, con cierto recuerdo a la enseñanza de Walt Whitman en Hojas de hierba y esa comunión con la naturaleza que nos rodea y nos da la vida, sintiendo la Tierra como una madre herida. Despojando al mundo de su falsedad y partiendo de la esencia, haciéndola suya para mostrar al lector hasta sus entresijos. Desde la sencillez de la primera esencia para llegar al todo universal y abrazarlo desnudo frente al mundo.



Gracias Ricardo, por confiarme el prólogo de Lo que te quiero decir, por mostrarme tu particular visión de la poesía y procurarme tan gratos momentos de lectura.

(Lucía Pons Escrich & Marcos Callau) 

Para terminar con esta entrada, quiero dejar un aperitivo de lo que es el nuevo libro de Ricardo Usón. Se titula Solo yo y el aire , reflejo de la unión poeta-naturaleza.

Hoy quiero volar sin alas,
hace tiempo que no lo hago,
planearé con los ojos cerrados
oliendo el miedo de no ver.
Agudizaré los sentidos del olfato
para oler lo que hace tiempo que no huelo,
extremaré el oído
para oír lo que se pierde entre el ruido.
Y dejaré también que el aire roze mi piel
para ser escalofrío,
dejándome llevar por el viento
seré ingrávido.
Por fin, 
en esta oscuridad forzada seré libre,
al fin veré sin luz,
se acabará el miedo.
Ssssssssss...
Ssssssssss...
Ssssssssss...
solos yo,
y el aire.

©Ricardo Usón

Ricardo Usón recitando en la pasada Feria del libro de Jaca



Domingos musicales: Spoty...music?

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Hace un mes, poco más o menos, tuve que tomar una de las decisiones más importantes de mi vida. Hace poco más de un mes, trasladé mi vivienda a un piso muy bonito, en la zona antigua de Zaragoza, pero...sin amueblar. Uno de mis grandes dilemas en las mudanzas siempre ha sido el mismo: "¿qué música me iba a acompañar?, ¿cuántos cd's me iba a llevar?" Pero, esta vez, carecía de espacio para colocar la música. A las pocas semanas un amigo me invitó a comer a su casa. Y casualidades de la vida, se quería deshacer de dos estupendas estanterías de pino. Rápidamente eché mano de mi negro y sucio chevrón sin tapacubos, lo llevé hasta la casa de mi amigo y cargué dichas estanterías. Mi amigo quería quitarlas del salón porque, en unos días, le traían una flamante jukebox, adquirida por internet, uno de mis más preciados sueños melómanos. Mientras conducía a casa, cargado con las estanterías, pensé que no dejaba de ser irónico: mi amigo sustituía aquellos muebles que servirían para mis cd's por una fabulosa jukebox, con capacidad para no sé cuánta música. Delirante.

El caso es que, al llegar a mi humilde morada, comprobé no sin sorpresa que las dos estanterías de pino recién instaladas eran ocupadas por completo con todos los libros que mi pareja y yo habíamos almacenado. En ese instante, la futura señora Callau me miró con ese brillo en las pupilas que solo adquiere cuando sabe que "tiene la solución" Me dijo: "Cariño, no necesitamos cd's. Estás algo anticuado. ¡Ahora la música se escucha en Spotify!" Yo, todo un clásico, coloqué unos vinilos de Sinatra en un hueco que encontré y unos pocos cd's esparcidos por algún espacio que descubrí tras una ardua búsqueda. Pero, finalmente, comprendí que mi novia tenía razón. Por razones puramente logísticas, debía desprenderme de toda aquella memorabilia melómana acumulada durante años, guardarla en un baúl y esperar la llegada de nuevas estanterías o quién sabe, un espacio dedicado específicamente a la música. Y me metí de lleno con el Spotify. Y -o sorpresa- gracias al programita este he descubierto canciones que nunca había escuchado de algunos de mis cantantes favoritos. Sí, es un gran invento esto del Spotify. No hay nada comparable a la sensación de abrir un vinilo, acariciar la portada y descubrir todos los folletos que hay en su interior de la misma manera que no se puede comparar un libro electrónico con un libro de hojas amarillas pero, seamos prácticos, hay ocasiones en que se agradece ahorrar un poquito de espacio. Así que les prsento, en estos domingos musicales, un ejemplo de cómo el nuestro Spotify en nuestra feliz y musical morada: Sam Cooke, Lavern Baker o Bettye Swann


Actualmente, me encuentro enfrascado (verbo que utilizaba mi abuela y que, según creo, solo se conoce en Aragón) en la elaboración de una "nueva lista" titulada "Jukebox saturday night" Veremos cómo sale...

Mare nostrum

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Entre la inabarcable y cálida inmensidad
del Mare Nosrum
soy un oasis de ciudad arruinada,
entre agua y agua
de isla olvidada
y pienso, sin saber bien por qué,
en la desvencijada luz oblicua
que ilumina Zaragoza,
ciudad de interior.
Pienso, cogido de tu mano, isleña
y en tus ojos, otra isla,
próspera y tranquila.

Entre el caos que proporciona
la uniformidad del lecho marino
recuerdo tu costa, tramontana.
Ya puede la espuma insobornable de los días
intentar borrar
las huellas que sigo
y forman mi camino.
Yo fijo el rumbo entre tus pisadas
para capturar la luz oblicua, luz azul
del faro que gira para iluminar
aquellas sombras quietas.



Esta deliciosa bossa nova con que termino esta entrada está compuesta e interpretada por Chris Rea y se titula Still beautiful. Pertenece a su disco King of the beach, un trabajo dedicado en su totalidad a canciones de playa, de mar, de verano. Definitivamente muy recomendable, aunque estemos ya en octubre.

Voces de Pabostría: Corazón coraza (Mario Benedetti)

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Corazón coraza


Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.


©Mario Benedetti

Voces de Pabostría es una nueva sección del blog donde recogeremos poemas que, por una u otra razón, han sido protagonistas de la semana. Pueden ser tan universales como el de hoy o tan desconocidos que hayan sido encontrados en un papel arrugado, en algún rincón de la ciudad o escritos en la fachada de un portal. Será una rincón para los jueves más inspirados. El poema que abre hoy la sección es de sobras conocido, se trata de Corazón coraza, de Mario Benedetti (1920-2009) pereneciente a Noción de patria (1963) Un poema de 28 versos libres, sin rima pero con cierto ritmo consonante que proporciona la necesaria musicalidad requerida por el texto. Inolvidable la metáfora "porque tu boca es sangre y tienes frío", se trata de uno de aquellos poemas de amor imprescindibles. ¿Y por qué este poema? Porque la mañana del martes, para desayunar, Lucía hizo sonar la canción Corazón coraza de Tremendamente, grupo nacido entre Vic y Menorca, hace unos diez años, proyecto musical de Dani Rifá. La canción de Tremendamente pertenece a su disco Soñar bien despierto (2009) y se trata del poema de Mario Benedetti musicalizado. Suena así:




Portada de Soñar bien despierto (2009) de Tremendamente, disco que incluye "Corazón coraza"


Por otro lado, pero en la misma línea, otra sección que se abre hoy es "Cenas de Pabostría: versos y relatos, en casa" Anoche, nuestro primer invitado fue Raúl Garcés que nos obsequió con la lecura de su microrrelato Café de Arles:

Para el amigo Kinezoe, por cierto, el cuadro Café de Arles suena así.
Y así nos hemos ido de Benedetti a Van Gogh, pasando por Tremendamente y por Raúl Garcés. No me digan que nos es completita la entrada.

Domingos musicales: Dean Martin, para sentirnos bien

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Feelin' good!
Vamos a sentirnos, por unos instantes, tan relajadamente bien como el bueno de Dino se siente aquí, en ese sofá azul, con cojines naranjas. Vamos a sentirnos como si bebiéramos, como él, un Dry Martini al Dean Martin style, esto es, en la soledad de una barra de bar tranquila, a media luz, en la tristeza sosegada (lejos de los dramas) de un momento para la recapitulación. ¿O es que pensaban ustedes que dry martini y Dean Martin tienen las misma iniciales por casualidad? A este respecto, hablaré con Dani Martín...

De momento disfrutemos de Gentle on my mind

Otro tipo de ciudad

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Versión alternativa del cuadro Nighthawks, de Edward Hopper, con Frank Sinatra, Marilyn Monroe y JFK Lo de McDonald's no me gusta.


La luna tendida, trasnochada, amarilla,
henchida de llanto.
La avenida vacía, los semáforos parpadeando,
los tranvías parados, las cocheras saciadas.
La alambrada de un descampado,
los sucios desagües, los gatos errantes,
los ríos sin nombre, los ríos suicidas.

Todas las esquinas son un bar titulado Nighthawks.

Mi ciudad se ha transformado.
Ya no es aquella que fue.
En este atardecer inexplicable,
las plazas son más anchas
y en cada esquina, hay un hombre tendido
y en cada pedazo de cielo
un buitre sobrevuela
cada una de sus cabezas.

En mi ciudad no había buitres.

Hace tiempo la llamé Imposible.
La desnudé, después
y contuve su recuerdo, quimérica, ahumada,
derretida al sol.

Ahora persiste una sombra que se cierne.
Se extiende la carroña
y en las terrazas se siente la morgue.
El río lleva su hedor.
A la vuelta de la esquina,
aguarda tu depredador.

12 de octubre

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De tus ojos encendidos
brotan miles de palomas,
y tus manos bordan arte
cuando bailas una jota.

No hay en el mundo un lugar
tan hermoso como el nuestro
porque sólo aquí se juntan
Pilar, Zaragoza y Ebro.

© Miguel Ángel Yustade Cancionero de coplas aragonesas (Ed. Olifante. De la Colección Papeles de Trasmoz)

En el siguiente video Luigi Maráez y Âlime Hüma musicalizan algunas coplas de Miguel Ángel Yusta:






 FELIZ DÍA DEL PILAR

Ancestral

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Jardín Botánico de San Fernando. Abandonado, en pleno centro de Lima (Perú)
Roto el humo 
de la despedida que es dulce,
olvidado del café en taza de loza,
del amor en alambre de espino
y la jaula cerrada en el zoológico
que una vez fue mi hogar,
sigo la senda del instinto
y del sexto sentido, perdido,
cuando el hombre dejó de ser animal.

Rota la distancia
con una esencia primitiva,
quedo al límite. 
Como horizonte, un abismo
donde solo me rodea la vida.
La noche es oscura
y el canto del ave nocturna,
claro.
Cierro los ojos, doy un paso.

No desfallezco.

Se marchitan los jardines botánicos.
Grita el bosque.

Me acoge un ancestro.

(Fotografía para ilustrar el poema extraída del blog Maquina verde)

Atención, please...redoble de tambor: Nuevo blog a la vista!

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Pues sí queridos blogueros, poco he tardado en infectar a cierta persona (persona amada, por cierto) con la fiebre de los blogs. Aquí tenéis el nuevo blog de Lucía: Papers de bòtil Y aunque esté así, titulado en menorquín, aviso para navegantes castellanos que el blog está escrito en nuestro incomparable y rico idioma. Papers de bòtil (Papeles de botella) recogerá historias y anécdotas viajeras varias, versos (eso sí, mucha poesía), reseñas literarias y atención, el plato fuerte: Cuinetes de na Llusia, o sea, recetas de cocina y especialidades menorquinas. A mí ya me apetece entrar. No sé por qué, pero se me está abriendo el apetito.Además, he tenido el honor, junto a mi amigo y poeta Ricardo Usón, de formar parte de esta entrada, en un video por el que desde ya pido disculpas porque, desde luego, no estaba yo muy inspirado para leer aquella noche (el vino es lo que tiene). Pero, como fue algo improvisado y esto es lo que sabe y sale mejor, pues ahí queda eso. Y forma parte del cicloCenas de Pabostría que ya inaugurara en este blog, nuestro amigo Raúl Garces. Además, en esta primera entrada también está ya incluída la primera receta menorquina y el primer tema musical con que se regalan los oídos del bloguero visitante. Lo dicho, disfrútenlo y larga vida al blog!

Hala! Ya somos blogueros los dos así que para celebrar este insigne día, dejamos estas dos foticos:


Entre orillas

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Entre orillas

Desde esta orilla

intuyo en el último sol

las notas que rematan

cierta rapsodia in blue

ahora que una incertidumbre

se desploma sobre el río,

frente a la plaza del obelisco

y junto a la noria,

rapsodia azul,

aunque esta metrópoli

no sea Nueva York.



Por una vez, la otra orilla

es mi orilla

y al lado opuesto del puente

observo cómo se conmueve una ciudad,

ajena,

que se desprende

y no me corresponde.



En tu piel se han escrito muchos pasados

con la tinta en que se impregnan

las huellas dactilares de los culpables.

Y tú, una vez,

fuiste el inocente folio en blanco.

No dejes que esta ciudad

clave en ti sus agujas                    
(hunda en ti sus saetas)


Si estuviera en tu ribera

te hablaría:



Apacigua tus pisadas

y ensaya cuidadosamente el camino

en borradores de senderos luminosos.

En esta metrópoli que no es Nueva York

también tenemos un río,

somos esclavos de sus fluctuaciones.

Pero tú, no ceses de mirar

hacia adelante

sin ignorar la espalda.

Y no dejes que esta crecida

devore los cauces

para tu próximo estiaje.



* Primera imagen: Ilustración antigua del Puente de Piedra de Zaragoza sobre el río Ebro, por  el artista flamenco Antonio de Wijngaerde en 1563 (http://www.heraldo.es/)
* Canción: Rhapsody in blue (George Gershwin. 1924)
*Última fotografía: Panorámica desde el aire de los puentes de Zaragoza. (http://ecoter.wordpress.com/2011/03/)


La Pabostría (relato)

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          En aquellas tardes, mediado octubre, la puesta de sol ya venía acompañada por la algazara de negros cormoranes, blancas garcetas y las grullas, que sobrevuelan la ciudad, rumbo a lugares más cálidos, como el campo de Extremadura. Y rumbo a algún rincón acogedor también migraba, Roberto García Suñén, cuando se ocultaba el sol a orillas del río y predecía noviembre el primer frío que eriza la piel del caminante desocupado. Normalmente comenzaba con un café, escueto, tímido. La copa seguía al oro negro y era realmente el trago que reconfortaba su espíritu. Roberto se había acostumbrado a salir solo y a beber mucho, mucho más de lo que aconsejaría cualquier médico. Era un hombre cuya historia personal había convertido en lánguido, despreocupado; un estudioso de la Historia, ávido lector y aficionado a la escritura que había dejado de lado el mundo de las letras por, digamos, placeres más mundanos y menos azarosos. Tan solo, de vez en cuando, en sus apáticos paseos recuperaba ese interés por la historia de su ciudad y por todo lo antiguo y solía perderse por el casco viejo recobrando mil y una anécdotas que recordaba de su anterior época como universitario. Entonces, había que imaginar la ciudad como se vería a través de un lienzo antiguo. Envejecida, tenue, como iluminada por lámparas de gas. Fachadas oscuras de caserones sucios, adoquines irregulares por las calles, hogueras en las esquinas que calentaran y protegieran del cierzo helador. Así es como veía él la ciudad. 

              Pero Roberto, con los años de, llamémoslo “inactividad”, había adquirido alguna que otra mala costumbre que preocupaba a su anciana madre, más de lo debido. Y es que el último destino de sus rondas nocturnas siempre era el burdel. De hecho, había fraguado una bonita amistad financiada y sexual con Conchita, una dama de vida alegre que trabajaba en la Calle Refugio, en una casa llamada El fruto del manzano. Conchita era una belleza autóctona, un tanto insólita, roya y de ojos claros. Tan considerable era su amistad con Roberto que este la invitó varias veces a casa de su madre, para cenar, después de haber pasado un buen rato entre las sucias sábanas de aquel cuchitril que no podía llamarse siquiera Club. Para su madre, católica de misa los domingos, confesión y comunión, esto era demasiado. De modo que la buena señora se había entrevistado con el párroco de su diócesis, el padre Enrique, para ver cómo podían ayudar a su chaval de cuarenta años y enseñarle el buen camino de la existencia sin saber que, si realmente Roberto había llegado hasta este punto, era por haber descubierto precisamente lo que era la vida. 

              Padre Enrique, de Medellín, era un alma despreocupada. Así que comenzó a provocar lo que pretendían ser unos encuentros fortuitos. Una charradica aquí, un vinito allá, un paseo hacia la iglesia, “ya que llevamos el mismo camino” El caso es que la insistencia del cura provocó que Roberto cambiara sus rutas habituales y casi de manera involuntaria, evitó que volviera a pisar el burdel, al menos, durante unos días en los que recuperó su hábito anterior de pasear los museos, los barrios antiguos y los Cafés históricos de la ciudad, retazos de lo que fue su vida como estudiante.




           En una de esas tardes tan alargadas que ya la noche enfrentaba la madrugada, al entrar en la plaza de las catedrales Roberto, entre la niebla, sintió una presencia no identificable. Era algo impalpable. Se dejaba advertir pero tampoco se podía afirmar que fuera real. Lo que quiero decir es que podía sentir perfectamente que le estaban observando, sin ver nada, más allá de la niebla. Del mismo modo que Tourneur rodara el primer ataque de la mujer pantera en Cat people, entre las sombras de las callejas antiguas, Roberto era incapaz de discernir unos ojos vigilantes posados sobre su espalda. Sin embargo, estaban ahí. Aligeró sus pasos. Aquellas calles que tanto había estudiado, le refugiarían de cualquier ataque del mismo modo que, allá por 1809, resguardaron a los zaragozanos en los ataques de las tropas napoleónicas. Enfrentaba la calle de la Pabostría, otrora llamada Pabostre, e inmortalizada por Pérez Galdós en su episodio nacional titulado Zaragoza. Aquí, en los famosos Sitios, la ciudad se defendió con tal rebeldía y resistencia que las tropas francesas avanzaban por números de portales, ni tan siquiera por calles. Roberto reparaba en todas estas porciones de la Historia que tanto había estudiado para calmar su desasosiego. Bajo las farolas de la estrecha calle y junto a la tapia que delimita el jardín de la Catedral, Roberto descansó unos segundos apoyado en una de las fachadas de las antiguas casas donde todavía se pueden apreciar los sillares de la muralla romana, reutilizados aquí para levantar nuevos palacetes. “Pabostría” repitió para sus adentros, leyendo la placa que nombraba la calle. Lo hizo como rebuscando en su mente una puerta que se había cerrado y que ahora parecía querer abrirse. Pabostría, praepositus. Era un cargo eclesiástico que administraba los bienes, las rentas y se encargaba de la distribución de las raciones para el clero. También, antiguamente, estaba situado en esa parte de la ciudad el horno que llevaba el mismo nombre, donde se preparaba el pan de la iglesia y las hostias que se repartirían durante los oficios religiosos. Pero no era este punto el destino al que su cerebro quería llegar. Había más. Había una leyenda, una historia que pertenecía al Aragón fantástico, brujo, espiritual. Un mito sobre el alma en pena de un clérigo que vagaba las noches de niebla, atrapando las almas sucias, pecaminosas y arrastrándolas hasta las orillas del Ebro, el río que se encargaba de hacer el resto, hundiéndolas en el fondo de sus profundas aguas oscuras. Pero ahí se detenía su mente. No iba más allá. Y a decir verdad, no era mucho. Además Roberto confiaba en la Historia y nunca se había dejado llevar por cuentos de brujas y aquelarres. Pensando esto, fue el instante en que, de repente y entre el vapor de la noche, advirtió la presencia corpórea de una túnica negra, apenas una silueta, detenida al final de la calle, cercana al ojival Arco del Deán. Tímidamente fue hacia ella, impulsado por el deseo de descubrir quién se ocultaba bajo esa capa. Y en el momento que podía tocarla, alargando un poco el brazo, la sombra atrapó su muñeca, con un rápido movimiento de la mano izquierda y fuertemente, inmovilizó a Roberto. Un farol suspendido en el muro completó la escena. Iluminó completamente la silueta y el rostro del padre Enrique. Roberto no entendía nada. Preguntó entre gritos qué era aquello, por qué ese hombre había seguido sus pasos, de madrugada, hasta aquella calleja y cuál era el propósito de su ataque. Sin mediar palabra, el clérigo sacó con la mano derecha un crucifijo de plata que enfrentó al rostro de Roberto, como si este fuera un vampiro o el mismísimo Satanás. ¡Por la salud de tu madre te ordeno, que no vuelvas a visitar esas casas que ofrecen la carne del pecado a cualquier precio, que no regreses nunca a un burdel! - exclamó el cura-. Y cuando el padre Enrique esperaba la claudicación y el miedo reflejados en los ojos del chico, fueron sus propias pupilas las que reflejaron un pavor gélido, desconocido hasta entonces por el párroco, cuando Roberto sacó de su bolsillo una fotografía de su amiga Conchita encamada con el cura, una sórdida noche de diciembre, después de la misa del gallo. 

           La sombra negra desapareció. Roberto comprobó de esta manera el origen de ciertas fábulas fantásticas como la de Pabostría. Sacudiéndose el frío de la noche, sacó el teléfono de su bolsillo y marcó un número. Conchita, ¿qué tal estás?



- Fotografía 1 de la Calle Pabostría, escogida de Ojo digital
- Fotografía 2 de la Calle Pabostría, donde podemos observar la puerta que fuera la principal de la Seo, allá por el siglo XVI, escogida del blog A la sombra de la sabina
- Fotografía 3, Calle Pabostría y trasera de La Seo, obra de Miguel Sanz 
- Fotografía 4, en propiedad. 
- Fotografía 5, La Seo, escogida de Saucépolis, autor: Fernando Lafuente Ferrer. 

Música: Nino Rota, Amarcord (1973)

Nota: Este relato está vagamente inspirado en un corto titulado La Pabostría, realizado el año en que nací, 1981, por Jesús Ferrer, Juan José Lombarte y Carlos Pomarón. Dejo a continuación el corto:
 

Apocalipsis blues

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¿Alguna vez has hablado 
a una estatua sin oídos?
¿has atravesado en globo aerostático
atmósferas de roca?

Quizá sea cierto
y este atardecer contaminado
no pertenezca a otoño
y otoño ya no exista,
cuando  tampoco guarda identidad
ninguna otra estación.

Las nubes sucias
acompañan poemas industriales

Con la yema de las pupilas
recorres la línea de la esfera
y observas, esperando respuesta,
una bandada de máquinas fósiles
surcando el cielo.
Pareces ahora
una esfinge de Tebas, 
de rostro pétreo y ceño fruncido,
que desea interpretar algo bello
en el fin de los días.

¿Alguna vez has encontrado
pétalos frescos en mitad del desierto?
Quizá sea cierto
el suspiro de Gea
y el estremecimiento de los árboles.

Harapos de nube y lluvia ácida
precipitan manufacturados poemas.
Escribientes del amor y la utopía, 
resignados,
invocan al cierzo
para escombrar
las grietas del mundo.
Lluvia ácida (Eduardo Laborda)
(*Espectacular retrospectiva de Eduardo Laborda en La Lonja de Zaragoza -Pza del Pilar S/N-, hasta el 17 de noviembre)


My fair lady (George Cukor. 1964)

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Audrey Hepburn como Eliza Doolittle. Francamente, nunca se ha visto mejor que como pordiosera. 
My fair lady se encuentra definitivamente entre mis musicales favoritos si bien no es el que más me gusta. Y es que ingredientes tiene de sobra para que sea una de las mejores y más simpáticas películas que se han rodado. En primer lugar, porque es difícil encontrar mejores temas musicales, uno detrás de otro que, más tarde, se convirtieron en clásicos populares que interpretaron los mejores cantantes de la época. En segundo lugar y más que por la actriz que encabeza la entrada, por el magnífico Rex Harrison que, incomparable, da vida al ya mítico Profesor Higgins. Y en tercer lugar, por la misma historia. Para buscar los orígenes de My fair lady hay que realizar varios pasos atrás en el tiempo. Esta película, más allá de las luces y la espectacular fanfarria musical , nos cuenta la obsesión del Profesor Higgins por crear a una criatura perfecta, partiendo de una base tan sumamente débil y simple como Eliza Doolittle, una pobre chica de barrio que se gana la vida vendiendo flores. Higgins tendrá la intención de crear, a partir de la nada más absoluta, a un ser perfecto, hacer pasar a una pordiosera de barrio por una dama de la alta sociedad londinense. Esto es, prácticamente, jugar a ser dios. Y Higgins modela esta escultura del mismo modo que Pigmalión crea a Galatea, en Las Metamorfosis de Ovidio. Ahí está el principio del profesor Higgins, en Pigmalión. Porque la película de George Cukor fue previamente una obra de teatro de Alan Jay Lerner y Frederick Loewe que, a su vez, basaron su adaptación en la obra Pigmalión, de 1913, creada por George Bernard Shaw
Rex Harrison, el Profesor Henry Higgins
Rex Harrison como Profesor Higgins, tiene la perfección que da el haber representado la misma obra en Broadway durante varios años. Curiosamente y como recordara Hildy Johnson en esta entrada, el personaje de Rex Harrison vuelve a verse obligado aquí a renunciar a su amor, como ya le ocurriera años atrás en El fantasma y la señora Muir(Joseph L. Mankiewicz. 1947) Recordemos que en la película de Mankiewicz, Rex Harrison encarna a un espíritu que se enamora de la nueva inquilina de la casa donde siempre ha habitado. La huésped es Gene Tierney y el fantasma debe renunciar a ella, al final de la película, para dejarla libre y que así pueda llevar la vida que le corresponde. Pues bien, en My fair lady, Rex Harrison también representa a un hombre que, finalmente, debe dejar marchar a "su creación", a Eliza Doolittle. Y hay cierta fascinación que la señorita Doolittle manifiesta hacia el profesor. Y hay cierta devoción de Higgins hacia esa chica que él ha moldeado. Pero todo queda ahí. En algún momento, Pigmalión debe dejar que Galatea siga su camino.
Para comprender la película, también hay que comenzar por la obra de teatro que la precede y que se representó con gran éxito en Broadway y en West End. Rex Harrison también fue en aquella ocasión el Profesor Higgins. Pero el papel de Eliza Doolittle fue encarnado por la magnífica voz de Julie Andrews. Al trasladar la obra al cine, el productor Jack Warner rechazó a Andrews por ser una actriz totalmente desconocida en el cine (posteriormente sería Andrews la que rechazaría a Warner, por la oferta para el papel principal de Camelot). Y eligieron a Audrey Hepburn, entre otrras candidatas como Elizabeth Taylor, Vanessa Redgrave o Angela Lansbury. Pero lo cierto es que, para un papel musical Audrey Hepburn no contaba con la mejor voz. Estudió canto y se preparó durante varios meses para llevar a cabo una obra musical pero poco antes del estreno fue doblada en todas las canciones por la cantante Marni Nixon. Este hecho enfadó profundamente a Hepburn. Para más inri, aquel año 1964 se llevó el Óscar a la mejor actriz la propia Julie Andrews por su papel protagonista en Mary Poppins. Y Audrey Hepburn se quedó fuera de las nominaciones.

Independientemente de todas estas historias que rodean la película, la pareja Harrison-Hepburn en pantalla es fantástica.
La primera aparición de Audrey, en aquella tarde lluviosa de Covent Garden, es inolvidable. Como inolvidable es la reacción del Profesor Higgins y el Coronel Pickering (Wilfrid Hyde-White) al encontrar un espécimen tan extraño, con ese acento tan cockney (habitante de los bajos fondos del East End londinense). Según ell profesor, la manera de hablar de una persona condiciona su estatus social. Pickering no parece estar de acuerdo y el profesor le asegura que puede aleccionar a aquella chica para pronunciar el Inglés tan bien que pasaría por duquesa en el baile anual de la Embajada. Resulta una comedia fresca e irresistible, con unos números musicales sobresalientes y unos golpes de humor excelentes. La ironía de Rex Harrison con la innata simpatía de Audrey Hepburn convierten este musical en una película encantadora. Mención aparte merece Stanley Holloway en el papel del señor Doolittle, padre de Eliza, basurero y excelente bebedor de las cantinas londinenses que, después de tres días sin saber nada de su hija, decide ir a buscarla a la casa del Doctor Higgins, para proteger la dignidad de Eliza, ya que el doctor es un hombre soltero.
El señor Doolittle (Stanley Holloway) se entrevista con el profesor Higgins

La prueba de fuego para Eliza (y para Higgins, como profesor de fonética) será el encuentro con la alta sociedad londinense en Ascot
El apartado musical, por otro lado, sostiene un nivel altísimo durante toda la película. Uno de mis temas favoritos está al principio del metraje y se titula Wouldn't it be loverly? Quiero mostrar aquí el video de la película, con Audrey Hepburn actuando, no cantando (recordemos que está doblada) y acto seguido la misma canción por Julie Andrews, tal y como la canta en Broadway, en una grabación procedente del Ed Sullivan Show, en 1961. Al menos, es un documento curioso. No pretendo sugerir que Julie Andrews era más indicada para el papel pero, al menos, no necesitaba ser doblada. Es más, su voz superó a la de Marni Nixon con creces. Sin embargo, la virtud de Audrey Hepburn como Eliza Doolittle, más allá del innato encanto que tenía esta actriz, reside en la cómica y exagerada pronunciación que hace del Inglés, en sus primeros encuentros con el profesor Higgins. Por eso y por muchas otras razones (como, por ejemplo, no aguantar la tonta frasecilla de La lluvia en Sevilla es una auténtica maravilla) es necesario ver My fair lady en su sonido original. Ahora sí, vamos con los videos.



El trabajo de Frederick Loewe y Alan Jay Lerner para la banda sonora de My fair lady tuvo tal resultado que las mejores voces del momento no dudaron un segundo en escoger algunos de los temas para grabar sus propias versiones. A continaución escucharemos a Nat King Cole y veremos a Frank Sinatra interpretando sus versiones sobre algunos temas de la película:




Frank Sinatra cantó Get me to the church on time y I could have danced all night



Y después de esta jazzística interpretación de I could have danced all night (es importante advertir que la versión de Frank Sinatra data de 1962, dos años antes de que se estrenara la película de Cukor. Es decir, Sinatra solo tenía la referencia de Broadway, cantada por Julie Andrews) doy por terminado este artículo sobre una de mis obras musicales favoritas. Todavía no sé cómo he terminado en Sinatra, habiendo empezado en Ovidio y su Pigmalión, pasando por George Bernard Shaw, Mankiewicz,Cukor y Rex Harrison, pero el caso es que aquí me encuentro, de nuevo. Bien, entonces, que Sinatra os bendiga y disfrutéis de My fair lady cuando queráis pasar una tarde agradable.

Concierzo de viento (12 poemas + 1 vendaval)

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Concierzo de viento son palabras revueltas por la brisa que hablan para y por el corazón. Doce poemas iniciales y un vendaval de versos, o tramontana en siete notas, componen las cincuenticuatro páginas de cierzo. El mismo que me empuja a dar las primeras brazadas en el profundo océano que representa la poesía, para mí, que soy de secano y no sé nadar. Y ya se sabe que comenzar a nadar requiere esfuerzo...y más a mis treinta y dos años. Aún con todo, este es el resultado de algunos meses de descubrimientos, experiencias y cambios en mi vida, un compendio de versos vitales, ciudades y sentimientos. Palabras que han rellenado un espacio en blanco en mis días. Un principio de luz. 

Ya está disponible en la misma Editorial Chiado, escribiéndome directamente un correo electrónico a marcoscallau@hotmail.com o en cualquier librería. Concierzo de viento (12 poemas + 1 vendaval) será presentado el jueves 28 de noviembre, a las 20,00 horas, en el Café Botánico (C/ Santiago, número 5) de Zaragoza, acto en el que participará mi amigo y autor del prólogo Miguel Ángel Yusta, a quien quiero agradecer profundamente su apoyo, colaboración y amistad. Conforme se vaya acercando el día de la presentación, iremos avisando con antelación suficiente. Como primera ventisca del concierzo para viento en clave de verso libre, dejo aquí uno de los poemas que integran el libro.

Propósitos


Tomemos todo lo triste que es esta vida

y metámoslo en una botella.

Situémonos al borde del Tibidabo,

en la línea 3 del tranvía

que despista la melancolía.

Bajemos a la costa, frente al mar

o lleguemos al borde del acantilado

donde se despeñan las palabras que no escribes

y callas.



Encerremos juntos este mundo absurdo

y riámonos de los espejos

en el local donde se precipitan los versos

sobre las espurnas

del cigarrillo recién liado.

Duerme a los instantes

y captúralos solo como tú sabes hacerlo

en las minutotecas de tus pupilas,

observándome,

a través de la cortina de humo

que es nuestra historia.



Y callemos. Disfrutemos del silencio

que es nuestro amor.



Después de todo, estos secretos

son caladas intensas que le damos a la vida,

de vez en cuando.

Colillas que dejas en mi coche,

noches sin dormir,

lencería que te compro

como la palabra puta en un poema,

o aquel vestido verde que se adaptó a tu piel,

como mis manos,

decorando los lunares

de tu pequeña anatomía insólita.



Embotella la tristeza,

clausura el mundo,

duerme el instante.

Esta existencia

es el atardecer despeñado por las ramblas

cuando morimos por los besos

que nunca nos damos.


Concierzo de viento (12 poemas + 1 vendaval)  (Ed. Chiado 2013)
Autor: Marcos Callau
Colección: Placeres poéticos
Páginas: 54
Fecha de publicación: Noviembre del 2013
Género: Poesía
Precio: 9 €
ISBN: 978-989-51-0590-8
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