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El teatro de Miguel Mihura: "Maribel y la extraña familia"

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Hace ya casi un año, paseaba por el rastro de la Plaza de La Seo en Zaragoza y encontré, entre apetecibles colecciones de libros antiguos, amarilleados por el paso del tiempo, lo que yo considero un pequeña joya editada por Castalia en 1977 que incluye las obras Tres sombreros de copa y Maribel y la extraña familia de Miguel Mihura, prologadas por el propio autor. Precisamente es un ejemplar editado el año de la muerte de Mihura, un año después de ser elegido académico de la Real Academia Española. Desde que entré en contacto con la obra de este genial autor, gracias al cine y en buena parte al director zaragozanoJosé María Forqué y su versión de Maribel y la extraña familia, quedé interesado por su producción teatral completa, admirando su particular, moderno e insólito sentido del humor en unos tiempos difíciles en los que una España gris había olvidado cómo reir. Quizá por esta razón, el humor negro de Mihura es particularmente ácido y valiente, si tenemos en cuenta el contexto histórico que rodeaba su obra.
Miguel Mihura y Fernando Fernán Gómez, para el que escribiría El caso del señor vestido de violeta
Nacido en Madrid en 1905, hijo de actor, autor y empresario teatral, su vida, desde muy temprana edad, estaba "condenada" a la farándula. Por eso, a la edad de dieciocho años, ya comienza a colaborar como dibujante y autor de historietas y pequeños artículos. Tanto es así que, a la edad de 27, escribe su primera obra Tres sombreros de copa, que no se llegaría a estrenar hasta 1952, veinte años más tarde. En noviembre de 1937 aceptó la dirección de la revista propagandística nacional La ametralladora y sustituyó las alabanzas a Franco, al ejército y a la bandera por un humor vanguardista, nuevo, cuyo antecedente hay que buscarlo en autores como Ramón Gómez de la Serna o Jardiel Poncela y en colaboradores con los que Mihura contaría para La ametralladora, como fueron Tono y Edgar Neville. Mihura cambiaría tanto el rumbo de esta revista que en 1938 autoridades franquistas denunciaban ciertas deformaciones en la moral y en la psicología honrada y simple, y el efecto contraproducente que los artículos podían tener sobre los soldados del bando nacional. Al cabo, La ametralladora en manos de Mihura, no fue más que el caldo de cultivo de la revista humorística por excelencia en nuestro país, La Codorniz. Aunque, durante la guerra civil, Mihura se refugió en San Sebastián y militó en la falange, cuanto menos es sospechoso este giro que imprimió en una revista propagandística, eliminando la cuestión nacional como leitmotiv de la publicación.
 
Miguel Mihura funda La codorniz en 1941 evolucionando el estilo que había impuesto a su paso por La ametralladora y dando a conocer al embotado público español una nueva clase de humor que derivará más tarde en el llamado teatro del absurdo. Tanto fue así que las obras teatrales que Mihura produjo fueron mal llamadas (y en esto protestó amargamente su propio autor) "codornicescas" siendo, a mi modo de ver, el punto más álgido y ácido de este humor sus obras El caso de la mujer asesinadita, El caso de la señora estupenda, Tres sombreros de copa y la modernísima Maribel y la extraña familia.


Precisamente Maribel y la extraña familia es la primera obra que conocí de Miguel Mihura y fue, como he dicho, gracias al cine y a José María Forqué, al ver la cinta que el director maño dirigió en 1960 (un año después de su estreno teatral en 1959) que hace años reseñé aquí, en mi antiguo blog. No pretendo ahora hacer un refrito de aquella entrada, más bien acercarme mejor a la idea de la obra teatral que concibió Miguel Mihura. A lo largo del repaso de su trayectoria que deja escrito en el libro de Castalia el propio Mihura, relata cómo, en 1951, cuando económicamente atraviesa una grave crisis, decide "prostituirse" y confeccionar obras de teatro a medida de los actores y de un público positivamente comercial, digamos, trabajos fáciles para que el público aplauda. Es así como produce, por ejemplo, obras como Mi adorado Juan, para el actor Alberto Closas, Melocotón en almíbar para Isabel Garcés, o El caso del señor vestido de violeta, por encargo de Fernando Fernán Gómez. No obstante, como el propio Mihura asegura, con 42 años y un poquito de decencia profesional, esta "prostitución artística" no se llevaría a cabo de un modo rotundo y siempre mantedría presente el humor negro que le caracterizó durante toda su trayectoria, en estas obras por encargo, evolucionando definitivamente hacia la sátira. La idea de escribir Maribel y la extraña familia nació en 1956 al proyectar una producción teatral para la actriz Maritza Caballero que también representaría en los escenarios Tres sombreros de copa. Según cuenta Miguel Mihura dispuso tan solo con unos meses de tiempo para escribir la obra y partió de unas anotaciones autobiográficas que tenía en una libreta, sobre alguna de sus experiencias vitales que, en época franquista, eran completamente tabú. Una noche , al llegar a su piso de soltero con una prostituta (o, como él llama, "golfita") esta, temiendo que la llevara a un picadero, preguntó en el ascensor "Vivirás solo, ¿no?" Y Miguel respondió "No. Vivo con mi tía" a lo que la chica rompió a reír. Tras el affair de pago, Miguel Mihura anotaría en su libreta: "Un señor cita en su casa a una putita que acaba de conocer en unbar. La chica al piso a cumplir con su obligación y resulta que de repente el señor le presenta a su madre y a su tía". Ya tenemos el comienzo de Maribel y la extraña familia. Es una de las obras de humor más negro y arriesgado de Mihura, para mí, la más redonda, a pesar de que Tres sombreros de copa fuera tan vehemente y moderna para estar escrita en 1932 Suelo comparar esta obra con el humor de Capra en Arsénico por compasión en cuanto al misterio que rodea a "la extraña familia" de Marcelino. Las puertas ocultas, las puertas cerradas, que Mihura ya incluía en la escena teatral, contribuyen a acrecentar este amable misterio que juega con la comedia y la ironía, a partes iguales. Pero es necesario tener en cuenta que Mihura introduce el tema de la prostitución sin paliativos y estamos en la época franquista. La obra sería, a todas luces, inmoral para la dictadura pero, de nuevo, la inteligencia y el buen hacer burlan la censura sirviéndose del humor. Se estrenó en los teatros en 1959 con Paco Muñoz como el incauto Marcelino y Maritza Caballero, como Maribel. Aunque la obra teatral tuvo éxito, no creo que las interpretaciones desmerezcan en su versión cinematografica, creando una de las más inolvidables y mejores comedias de nuestro cine, con un lujoso elenco de actores: El gran Adolfo Marsillach, en estado de gracia, como Marcelino y la guapa Silvia Pinal como Maribel. Julia Caba Alba repetía su papel de la tía Paula que ya interpretara en teatro y Guadalupe Muñoz Sampedro era doña Matilde, la madre de Marcelino.
Guadalupe Muñoz Sampedro, Adolfo Marsillach y Silvia Pinal
Sin embargo, a pesar del claro reconocimiento final del público, el tono empleado por Miguel Mihura a lo largo de los dos prólogos que acompañan en el libro a sendas obras, es amargo, desencantado y transmite al lector la sensación de que, en definitiva, el autor se sintió incomprendido a lo largo de su carrera y algo desplazado por el cine. Incluso, hay un fragmento del texto en el que asegura lo siguiente: "Confidencialmente, les diré a ustedes que a mí no me gusta nada el teatro; que no siento por él la menor afición y que una vez que paso por el trance doloroso de escribir una obra, no me vuelvo a acordar de ella. Ni siquiera de que soy un comediógrafo. Yo no le tengo afición al teatro ni a nada. Sigo en esta profesión por inercia" Evidentemente, a lo largo de todo el texto juega con la que es su "marca de la casa", la ironía y el humor pero, cualquier lector puede sacar una verdad, algo de confesión en esta afirmación, a pesar de que, como asegura en otra parte del libro, él entró en el teatro por amor. 
Miguel Mihura, década de los setenta
Obras como El caso de la mujer asesinadita o Ni pobre ni rico sino todo lo contrario fueron estrenadas en el María Guerrero de Madrid entre 1943 y 1946 y fueron identificadas como el "teatro del absurdo" Esta definición derivó en otra, a la que Mihura renunció desde el principio, el calificativo de "comedias codornicescas". La Codorniz fue una losa sobre los hombros de la que, al parecer, Mihura nunca pudo desprenderse. La gota que colmó el vaso fue cuando, algunos críticos, calificaban codornicesca la obra Tres sombreros de copa, a su estreno en 1952 pero escrita en 1932 cuando ni siquiera La codorniz se había imaginado. Esta costumbre que se instaló en el público español, unido al tiempo que pasó encerrada en los cajones de su escritorio su primera obra, Tres sombreros de copa y a la necesidad de escribir obras por encargo para sobrevivir en los años cincuenta, pareció incidir definitivamente en el ánimo del autor y oscurecer más aún su humor negro, características que cualquier lector puede extraer de estos textos que prologan sus obras y que son más confesionales de lo que parece además de consistir en una reivindicación constante de que sus obras teatrales poco o nada tiene que ver con el humor que siguió La Codorniz cuando él era su director. Incluso, Mihura introduce un rechazo al mundo del cine español en la década de los cincuenta refiriéndose al cansancio, al hastío, al estar harto ya de escribir guiones durante siete años, guiones entre los que se encuentra, por cierto, su colaboracón en ¡Bienvenido Mr. Marshall! junto a Bardem y Berlanga
Miguel Mihura,Edgar Neville y José López Rubio, compañeros en La Codorniz
Aunque en esta fotografía falta Miguel Mihura, es innegable la influencia del cine y la comedia de Hollywood en su obra. Aquí los actores Stan Laurel y Oliver Hardy junto a Edgar Neville, López Rubio y Eduardo Ugarte.
A pesar del paso de los años, el humor en la comedia de Mihura sigue intacto y así lo he querido reflejar en esta primera parte dedicada al comediógrafo madrileño.

Cien poemas

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Casi veinte días han pasado sin poder actualizar este blog que nació con la intención de ser el principal de todos los que administro. Pero las circunstancias restan minutos y protagonismo a este tiempo detenido. Aún con todo, no quería pasar la oportunidad de celebrar con vosotros, amigos que condensáis el tiempo entre estas letras, un insólito centenario dedicado a la poesía. Y es que, con esta entrada, ya son cien los poemas publicados en este blog. Este último, el que hace el número cien, se titula La Cadiera. Espero que guste y le sucedan otros cien poemas más.



La Cadiera

Si de esta cadiera hablara
su mudo recuerdo frente a los pirineos,
narraría un beso secreto,
oculto de las tibias luces
que cubren Jaca,           
a la última campanada.

Si de esta cadiera hablara
su antigua madera junto al bosque,
revelaría cuán largo el olvido
del árbol que fue.
Qué habitado es el silencio
de la savia recorriendo estática
los surcos de su historia,
qué profundas llegaron a ser
las raíces desheredadas
y qué dolorosa la pradera estrellada
del verso secreto
bajo las luces huídas.

Si esta cadiera hablara,
lo haría de una infancia emborronada,
ancestral.
Confesaría bombas
y un torrente de dolor
gritando sangre
por sus calles.
La metralla alcanzando el costado
de aquella buena mujer
o el tejado sepultando
las familias perdidas
en el árbol de la salud.

Si lo hiciera,
enmudecería ante el triste y sucio mundo
que lava su rostro
a sus ojos.
Si lo hiciera,
si esta cadiera hablara,
volvería a ser un árbol.






Acompañaría este poema con un blues escrito en aragonés por Kike Ubieto. Invito al personal a escucharlo en su página web: Albada in blue

Poema para Iris

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La escarcha puebla el zarzal
reseco y baldío
de esta tierra yerta
que obliga a la humildad.

Yo acaricio esa mano fría y azul
que obstruye palabras en mi lengua.
Camino sin alma, mis ropas llenas de aire,
tomando prestada la libertad
en trazos de otras manos;
la libertad
del sin techo-parte del paisaje,
la libertad del limo en el río,
la libertad de las plantas
ganando mis límites.

La escarcha ahoga el zarzal
y yo tomo oxígeno
en tus silencios de pincel.

*Las dos pinturas que aparecen son obra de Iris Lázaro y la música es Moonlight becomes you, interpretada por la trompeta más triste del jazz,  Chet Baker.

Cruzando por última vez la medianoche

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Joe Cocker, la leyenda viva de Woodstock, ya le ganó una vez la partida al alcohol. Este blanco de alma negra, volvió redimido a la carrera y fue el número uno de un soul característico y único que fue suficiente para consolidarse como una de las voces reconocibles en la música del siglo XX Fue capaz de interpretar como nadie algunos temas clásicos y otros nuevos, especialmente compuestos para él, pero sobretodo, para mí, fue un compañero nocturno, una voz ideal para escuchar pasada la medianoche. Cuando suena un saxofón, llega el anochecer sin importar la hora del día en la que estemos. Con la voz de Joe Cocker ocurría prácticamente el mismo efecto. Hoy, Joe Cocker, ha cedido a la enfermedad tras otra larga lucha y el cáncer de pulmón ha acabado con su vida. En nuestro recuerdo permanecerán infinidad de canciones y de notas desgarradas, cruzando la medianoche, con aliento de amanecer. Dejo aquí una reseña de Across from midnight, en mi opinión, el mejor disco que publicó Joe Cocker. Y por supuesto, el tema que dio nombre al disco:




Esta noche he querido despedir a un amigo. Ya que, una voz que te acompaña tantas noches, es ya una voz amiga. ¡Adiós, Joe!

Inviernos

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Este año se han ido rodando todos los inviernos vividos en un gran estepicursor y algunas de sus diásporas, las más caprichosas, han decidido tomar un combinado en Martini's, por ver si escuchan de una vez alguna campanada, por lejana que esté, en algún barrio de este ajado Bedford falls. Con un ponche bien caliente entre las manos han charlado de los viejos inviernos. Y han brotado las imagenes, inevitables. Fotogramas, como los que habitan nuestros sueños, que atesoran una buena parte de nuestra historia y de todo aquello que somos.
Personalmente, en mi Bedford falls particular, estos inviernos estuvieron íntimamente ligados a canciones, aromas, películas, poemas, imagenes y sonidos que se han cosolidado hoy como algo imborrable para la memoria. Mi madre solía leerme Las tres reinas magas de Gloria Fuertes. Veíamos en televisión Qué bello es vivir (Capra 1946), Plácido (Berlanga 1961), Un millón en la basura (Forqué 1967), La mujer del obispo (Koster 1947), El hombre que vino a cenar (Keighley 1942)White Christmas (Curtiz 1954) De ilusión también se vive (Seaton 1947) y algunas cosas menores como A Christmas Story (Bob Clark 1983) o Navidad todos los días (Larry Peerce 1996) Cuando era más niño recuerdo también los dibujos animados como Una Navidad con Charlie Brown (Melendez 1965) Casper en Navidad, Mickey Mouse protagonizando el Cuento de Navidad de Dickens o aquellas inolvidables producciones de la Rankin Bass, como El pequeño tamborilero (un film con marionetas, producido en 1968), Rodolfo, el reno de la nariz roja (de 1964) o Santa Claus is comin' to town, (de 1970, narrada por Burl Ives), todas ellas películas que, aunque relataban un paisaje idílico e irreal, conformaban una mágica estampa navideña.
En resumen, una época en la que teníamos la feliz ignorancia de los niños, creíamos en la magia y había belénes, árboles de navidad y extrañas luces surcando el cielo, la noche del 24 de diciembre y del 6 de enero. En Zaragoza, solíamos visitar el belén de las Hermanitas de los Pobres, uno de los primeros en los que se hacía de noche y amanecía y solíamos salir por las calles, simplemente, para ver cómo se divertía y salía a la calle esa gente que le gusta que le miren cuando se divierte. En fin, como dijo Mel Torme en uno de sus clásicos navideños, Christmas was made for children y lo demás, pertenece al mundo real.
 
Y alrededor del ponche, un vaso cada vez más vació, las diásporas que rodaban por el desierto recuerdan todos esos inviernos que se fugaron de la realidad, desde la infancia y que vistos desde hoy, quedan tan lejanos que parecen parte del sueño. 




Las diásporas apuran el último trago y vuelven al viaje. Abandonan el Martini's y salen de nuevo al invierno, donde ha cambiado la ciudad. Ahora les espera la realidad, en Pottersville. Y desde esta realidad, desde este invierno donde ya no hay más que invierno y se desean felices fiestas por no nombrar la palabra navidad, debemos crear los nuevos y mágicos recuerdos que, sin abstraernos de la hermosa realidad, nos hagan comprobar una vez más que la vida es maravillosa, ya por el hecho de ser simplemente vida. Feliz tiempo. Feliz vida.



Nochevieja en Calabuch

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Luis García Berlanga con Peñíscola al fondo, su particular Calabuch
No existen demasiadas diferencias entre el fin de año en la década de los cincuenta y aquel que significó un cambio de siglo, pues si Berlanga levantara la cabeza, en pleno siglo XXI, seguramente volvería a rodar otra película en Calabuch. Porque, como dice algún cantautor amigo, la historia se repite una y otra vez y todos rodamos dentro de una ruleta que, eligiendo cada vez un número distinto, gira siempre sobre el mismo eje y al parecer, empujada por las mismas manos que deciden nuestro destino: Igual ayer que hoy. Y Berlanga rodaría esa película, una vez más, contando la historia de un hombre desencantado, extraviado, en tierra extraña, que solo desea pasar desapercibido, desaparecer y que podríamos ser cualquiera de nosotros mismos (Edmund Gwenn o Michel Piccoli). De nuevo, habría un hombrecillo del pueblo intentando sin éxito terminar la pintura de una palabra que significa libertad (Tanto en Calabuch como en París-Tombuctú, el hombrecillo es Manuel Alexandre) y estaría presente el imperio austrohúngaro y los anarquistas soñadores y la mano del poder opresora y el cura circense y el surrealismo y la pantomima de España que continúa, hoy igual que ayer, ofreciendo el grotesco espectáculo de la pandereta y la fiesta estúpida, de ese volver la cara hacia otro lado para no ver la propia y desesperante realidad. Berlanga, en el siglo XXI, volvería a Calabuch.
Edmund Gwenn observa a Manuel Alexandre en "Calabuch"
Muy significativo es el papel de Manuel Alexandre, tanto en Calabuch (Berlanga 1956) como en París-Tombuctú (Berlanga 1999) En las dos películas, su personaje es un pintor que intentar terminar una palabra. En Calabuch, la palabra es "Esperanza" y la pinta sobre una barca. En París-Tombuctú es "Casino Libertario" y se trata de una fachada en un lugar que pretende ser un reducto del libre pensamiento. Berlanga crea con este paralelismo un mensaje claro, además con el mismo actor representando un personaje por el que, aunque ha pasado el tiempo, sigue siendo el mismo, rodeado por las mismas circunstancias.
Michel Piccoli y Juan Diego
El papel del extranjero errante que Michel Piccoli desempeña en "París-Tombuctú" es el de Edmund Gwenn en "Calabuch" Aquí, levanta el brazo celebrando el éxito del cohete lanzado y fabricado por él mismo, junto al actor Nicolás D. Perchicot
París-Tombuctú no deja de ser una manera de revivir lo que fue Calabuch y aunque menos brillante, es completamente necesaria, más dura y desesperada. Hay quien opinó que no aportaba nada nuevo, porque ya existía Calabuch. Quien no conocía Calabuch, vio en ella algo absurdo y hay quien creyó que no era un digno colofón para la carrera del director. Sin embargo, creo que resulta interesante destacar la maestría de Berlanga al dejar testimonio con París-Tombuctú de que la España de fin de siglo no difiere tanto de la franquista. Y es más, vista desde el siglo XXI, constatamos que la España actual, lamentablemente, sigue siendo la misma que se sienta a la mesa, cada Navidad, para ver el mensaje del Rey, hoy llamado Felipe VI... Vamos, como París-Tombuctú y Calabuch: diferente nombre, misma historia. En definitiva, Luis García Berlanga cerró el círculo con estas dos películas, creando una obra atemporal, actual, veraz y dueña de un claro mensaje en el que revelaba, con más inteligencia que palabras, que en este país, la historia se repite incansablemente y quizá este giro constante de peonza sea la razón por la que nunca podremos avanzar.

José Isbert es el entrañable farero de Calabuch
Más amable y entrañable es la película que Berlanga rueda en 1956 El profesor Hamilton (Edmund Gwenn) parece encontrar en Calabuch su Shangri-La particular, un lugar ideal para vivir. Pero, en definitiva, al final de su pequeño y onírico periplo, deberá afrontar la cruda realidad, una realidad que le mantiene preso. El profesor Hamilton se había fugado de los Estados Unidos en plena Guerra Fría, al darse cuenta de los horrores que podían producir sus descubrimientos en el campo de la energía atómica. Y en Calabuch no hay nada de eso, nadie le reconoce.  Pero no hay que olvidar que, ya en la película del 56, encontramos en Calabuch personajes incomprendidos que desean escapar de allí, como el preso que protagoniza en pantalla el italiano Franco Fabrizi o la profesora, Valentina Cortese. Recordemos también que existe una red de contrabando de la que Berlanga no explica demasiado, pero que está ahí, como un grupo de conspiradores contra el poder establecido, representado por la autoridad de la Guardia Civil, papel del actor Juan Calvo Domenech. Y también tenemos presente la feliz ignorancia de la España franquista y su crucial hermetismo, representado en el personaje del farero (José Isbert), del fabricante de cohetes (Nicolás D. Perchicot), del grotesco torero (José Luis Ozores) o del cura del pueblo (Félix Fernández)
Liberado del corsé de la censura franquista, Berlanga vuelve a Calabuch para rodar París-Tombuctú. Un director que en la película original, en plena censura, se permite dejar diálogos como"El NO-DO es aburridísimo. Es como un periódico pero más atrasado" tenía pendiente una nueva visita a este pueblo inventado y su historia en los albores del siglo XXI El resultado es una película igualmente surrealista, que retrata de nuevo la vieja España, demostrando que es la España de siempre y que, probablente, no cambiará. Pero en los personajes centrales hay una notable evolución hacia el desencanto. Así como el profesor Hamilton (Edmund Gwenn) encontraba en Calabuch su paraíso terrenal, Michel Piccoli, el extraviado ciclista de París-Tombuctú, está desencantado con la totalidad del mundo, preso de un destino incierto en un viaje constante que parece no tener final y es un suicida errante que la misma noche de fin de año, no consigue su objetivo.
Eusebio Lázaro y Concha Velasco en "París Tombuctú"
Atípica paella nudista la que devoran en la plaza del pueblo, los asistentes
Merecen capítulo aparte los papeles del anarquista Juan Diego y de Eusebio Lázaro. El primero, igual que el preso de la antigua Calabuch, intenta sabotear la fiesta y hacer tambalear el poder establecido. Para ello, incluso fabricará una bomba que lanzará después de las campanadas, en Nochevieja (claro paralelismo, incluso morfológico, entre la bomba de Juan Diego y el cohete de Edmund Gwenn) El segundo, es un personaje que desea huir, no de Calabuch, del país entero. Literalmente manda a España a la mierda y huye por carretera, en bicicleta.
Concha Velasco, Javier Gurruchaga y Amparo Soler Leal, tres hermanos que son fiel reflejo de la sociedad española y esperan, sin éxito, ser herederos del torero Manolete con la que su madre, supuestamente, tuvo una aventura.
Pero tanto en Calabuch como en París-Tombuctú, hay personajes fijos que se repiten y retratan a esa España de siempre: El cura de pueblo, la Guardia Civil (que en la película del 99 vuelve a llevar tricornio), el alcalde o la alcaldesa, los soñadores ingenuos y los que vagan en contra de ese poder establecido y no logran encontrar su lugar en la sociedad. Resulta imprescidible el visionado de las dos películas, siendo conscientes de que están separadas por 44 años, por una dictadura que desembocó en Transición y definitivamente en falsa democracia y que están dirigidas por un mismo director, testigo de ese paso del tiempo que también es consciente de que, después de todo, nada ha cambiado y lo demuestra con su mejor herramienta, el cine. Calabuch (1956) está ambientada en días navideños, cercanos al fin de año. Paris-Tombuctú (1999) también está ambientada en estos días centrando el final en Nochevieja. Me ha parecido adecuado recordar estas dos películas para celebrar que 2014 ya termina. Ahora toca ponerse la boina, la camisa de cuadros, el pantalón por encima de la cintura, los tirantes y decir aquello de "Seguro que 2015 es mucho mejor" mientras Manuel Alexandre, en algún lugar del universo, sigue intentando dibujar la "S" perfecta de una palabra que signifique libertad.
Revelador último fotograma de "París-Tombuctú"

Y reveladora imagen del abatido profesor Hamilton en "Calabuch"

Reclamo mi inocencia...en algún lugar del tiempo

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¿Quién pudiera conquista la inocencia de Judy Garland para esta mañana del 6 de enero? Solo los niños pueden. En cualquier caso, un atisbo de añoranza se ha asomado por las ventanas de las primeras horas, inavidiendo la escarcha en la hierba, los paisajes y he reclamado, casi sin darme cuenta, la inocencia de Dorothy, en El Mago de Oz, cantando notas tristes al arco iris. Aunque años más tarde, cuando le sorprendió la vida, comprobara lo duro que es luchar contras adicciones como el alcohol y las drogas, aunque fuera obligada a ser mayor de edad, de repente, como todos los juguetes rotos, como todas las maltratadas niñas prodigio de Hollywood, a pesar de todo ello, envidio la ternura de Judy quien, recordemos, también fue aquella, mujer ya, que no menos inocente cantaba Que tengas unas felices pequeñas navidades (Nunca he sabido cómo traducir de manera adecuada Have yourself a merry little Christmas) a una niña que lloraba, desconsolada, en Cita en San Luis y que podría ser perfectamente ella misma, la niña que no tuvo infancia, la niña que debió crecer y que encontró, en su madurez, el resguardo de su inocencia perdida, en la perdición.



Para esta mañana de 6 de enero y de inocencias huidas pero, al fin y al cabo, la muestra perfecta de la vida que quiero, Judy Garland en blanco y negro, antes de hallar el color de Oz, se me antoja una añoranja imprevisible pero necesaria. Y quien dice Judy Garland dice yo mismo, hace unos 25 años (¡qué barbaridad, un cuarto de siglo!) cuando eran mágicas las mañanas del 6 de enero. Así que permítanme este exceso de confianza y este travestimiento. Voy a calzarme los zapatos rojos de charol para concebir, una vez más, la inocencia de Judy Garland o de los niños, para reivindicar la infancia como lugar que visitar, al menos, una vez por semana para así poder construir otras baldosas nuevas que, aunque no sean amarillas, nos conduzcan al lugar seguro donde nos reconocemos. Tengan feliz mañana todos ustedes y reciban una invitación formal a pasar por el rincón de Frank Sinatra, para celebrar el 2015, año del centenario de su nacimiento: Aquí

Another love poem?

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Creí haber superado la etapa lírica pero, cuando día a día, sigues encontrando razones para escribir confesiones a la persona que camina contigo la vida, es imposible dejar de parir palabras de amor. Así que another love poem, esta vez, titulado Intimísimo 3


Intento nombrar
el instante voraz de la madrugada
que convierte en espuma la noche.
Se trata de explicar
la complicidad con tu lado más salvaje
si la persiana de esta habitación
multiplica cebras sobre tu espalda.

Deseo captar
la humedad que sala tus crines
empapando la piel de los segundos,
la calidad del mar
que enreda mi aliento entre tus piernas
y escuchar de tu pecho
el rugir de unas olas
para la tormenta más benévola.

El paladar de los cielos nos consume
con su ritmo creciente de saxo
y pequeñas palabras.
Yo intento recitar
el lenguaje de los cuerpos
que anula cualquier vocabulario
y en el dulce aprendizaje
cometer tantos errores
que tú los dejes caer,
gota a gota,
como un borrón de luz,
desde tus labios.


Tener y no tener: Hemingway, Hawks, Bogart, Bacall... Los viejos y el mar

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Todo podría comenzar un día de pesca en alta mar. El agua rodea nuestra embarcación. Mucha agua. De hecho, el agua salada va a estar siempre presente en esta dulce historia histórica para el Cine, más que para la Literatura. Tenemos a dos escritores. Uno escribe novelas y el otro cine. Y hay una apuesta. Nada tiene que ver con los peces que piensan cobrar.  El escritor de cine le dice al escritor de novelas: "Podría hacer mi mejor película a partir de tu peor relato". Con el tiempo, el escritor de películas, que fue el que menos pescó aquel día, ganó la apuesta. Así que, al menos, aquel día en alta mar, pescó una gran idea. Por supuesto, era Howard Hawks y así nació la idea de rodar Tener y no tener, adaptando el relato homónimo de Ernest Hemingway.
Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Dan Seymour
Los dueños de la Warner deseaban repetir el éxito que obtuvo la película de Casablanca de Michael Curtiz dos años antes, tanto en trama, en ambientación, como en reparto, sobretodo, en lo que se refería al protagonista principal, el antihéroe Humphrey Bogart y la musa, Ingrid Bergman. Sin embargo, aquel 1944 la Bergman protagonizaría Gaslight (George Cuckor) con cuya interpretación ganaría elÓscar a la mejor actriz. Así pues, el productor Jack Warner sugirió que la protagonista femenina en Tener y no tener fuera un rostro nuevo y antagónico a Ingrid Bergman. Y así llegó la debutante Lauren Bacall que, con tan solo 19 años,conquistaría, no solo a su compañero de reparto, Humphrey Bogart, tambiéna todo el público de Hollywood que la descubría por primera vez. El director Howard Hawks ya había quedado prendado de aquella chica que aparecía, con tan solo 17 años, en la portada de la revista de moda Harper's Bazaar pero, al hacerle una prueba de audición aquel mismo 1941, comprobó que su voz era demasiado nasal y no le convenció. Lauren Bacall aprendería dicción por los escenarios de Broadway y en 1944 llegaría su oportunidad para la gran pantalla.

Para crear la película que demandaban en Warner, Howard Hawks pensó en el que consideraba un gris relato de su colega Hemingway,Tener y no tener (To have and have not) El relato transcurría durante la época de la Gran Depresión y su protagonista ayudaba a un grupo de contrabandistas de armas que trabajan por una causa justa. Hawks traslada la pequeña historia a la Segunda Guerra Mundial y el lugar exótico donde se desarrollará la trama es la isla de la Martinica. Por supuesto, el marino protagonista ya no ayudará a unos contrabandistas si no que lo hará a la resistencia francesa frente a la amenaza nazi. Para esta adaptación del relato, Hawks tuvo como guionistas a William Falukner y Jules Furthnanm. Y el resultado ya es legendario. Contiene todos los elementos comunes que ya existieron en la exitosa Casablanca: lugar exótico (Casablanca/Martinica), un bar (Rick's Cafe/Hotel Marquise), tipos oscuros (Ugarte/Eddie), el pianista (Sam/Cricket), los heroes fugados (Lazslo/Paul de Bursac), los villanos (Strasser/Renard), la heróica resistencia antifascista, los tiroteos y las persecuciones. Quizá Casablanca sea más brillante que Tener y no tener pero la película de Hawks tiene ese mágico primer encuentro en pantalla de Bogart y Bacall y es tan potente, tan fresco, tan impactante para aquel 1944 que el resto de la película parece quedar en segundo plano. De hecho, la trama política de Tener y no tener queda supeditada a la relación entre estos dos actores, la historia de seducción que, definitivamente, se alza como la trama más destacable de la cinta. Finalmente, Tener y no tener es la película más divertida que existe entre Bacall y Bogart, donde la complicidad es tan palpable como la diversión que estos dos actores estaban experimentando, tanto en el plano profesional como en el personal. Y todo este "buen rollo" se transmite al espectador, con una relación sexual verdaderamente moderna para la época y con un ambiente que propicia esta relación. A esta ambientación también contribuyen personajes secundarios como el borrachín Eddie (Walter Brennan) o el pianista Cricket (siempre brillante Hoagy Carmichael) Y todo convierte a Tener y no tener en un clásico imprescindible.
Lauren Bacall, Humphrey Bogart, Walter Brennan y Hoagy Carmichael
Y para terminar, volvemos al principio, porque todo empieza y acaba en el mar, el mar abierto. Ernest Hemingway compró una casa en Key West y adquirió un barco. Acto seguido, escribió el relato Tener y no tener. Años más tarde, Howard Hawks retaría al escritor a que sería capaz de crear una gran película de su peor relato y lo hacía en alta mar, mientras se disponían a pescar. Y por último Humphrey Bogart, que podría ser quien encarnara la historia de El viejo y el mar. Durante la Primera Guerra Mundial Bogart se alistó en la Marina, destinado en el barco Leviathan. El barco fue atacado y un pedazo astillado rasgó la boca de Bogart, afectando para siempre su manera de hablar y dejando una cicatriz imborrable, sobre sus labios. Quizá sea por esta traumática experiencia que Humphrey Bogart se sintió siempre unido al mar. Su idea de felicidad completa, probablemente, sería navegar sin rumbo fijo durante un fin de semana, junto a su mujer Betty (así llamaba a Lauren Bacall). De hecho, llegó a comprar un yate (a Ray Milland) al que puso de nombre Santana, donde Bogart y Bacall pasaron su luna de miel. Por esta razón, cada vez que vemos a Humphrey Bogart en el papel de un marinero, estamos viendo al Humphrey Bogart real. Y por eso se desenvuelve como un pez en el agua protagonizando los personajes de películas como Tener y no tener, Cayo Largo o El motín del Caine.
Betty y su lobo de mar
Para terminar, quisiera dedicar un pequeño espacio a ese gran músico y entrañable actor que fue Hoagy Carmichael. Como músico, sobrarían las presentaciones. Fue el autor de melodías imborrables como Stardust, Georgia on my mind, Up the lazy river, In the cool, cool, cool of the evening, Skylark, New Orleans, Am I blue, Heart and soul, Rockin' chair, Lazybones, Daybreak, In the still of the night, The lamplighter's serenade, Two sleepy people, o The nearness of you. Fue un virtuoso del piano y aficionado a la corneta y su salto a la gran pantalla fue relativamente temprano, en 1937, en una película titulada Topper donde interpretaba, como no, a un pianista. Fue siete años más tarde, en 1944, cuando llegaría la portunidad de interpretar un papel mayor. Aunque de nuevo se situaba detrás de un piano, en Tener y no tener, Hoagy Carmichael ya despliega su encanto como actor en el papel de Cricket. Siempre intentando animar con su paino la sala de fiestas del Marquise, incluso cuando hay un cadáver, momento en el que Cricket pone una cara de resignación y comienza a tocar una suava balada solemne que parece inventada para acompañar al muerto en su último viaje. Y qué decir de su complicidad también con Lauren Bacall, acompañándola al piano, a pesar de la voz que gastaba la buena de Betty. Realmente el de Cricket fue un rol tan entrañable que sería repetido en más ocasiones por Hoagy Carmichael, por ejemplo, en Los mejores años de nuestras vidas (como tío Butch, en 1946) o en El trompetista (como Smoke, ya en 1950, donde también desempeña brillantemente el papel de narrador). Hoagy Carmichael actuaría en un total de trece películas (además de las citadas, Johnny Angel de 1945; Canyon Passage, 1946; Night song, 1947; Johnny Holiday, donde se interpreta a sí mismo, 1949; The Las Vegas Story, 1952, donde interpreta a un personaje con un nombre muy singular, Happy; Bells on their toes, 1952; Timberjack, 1955; The Wheeler Dealers, 1963 y The man who bought paradise, 1965, para televisión)
Descanso en el rodaje: Hoagy Carmichael anima el cotarro. Como Bacall y Bogart se pusieran a cantar juntos...la zona podría haber sido precintada.

 Como músico, con decir que fue el compositor de Stardust, ya bastaría. Es uno de los temas de jazz más versionados de la Historia. Pero, curiosamente, recibió el premio de la Academia por una canción menor, como fue In the cool, cool, cool of the evening, con letra de Johnny Mercer, que interpretó brillantemente en pantalla Bing Crosby junto a Jane Wyman. Hoagy Carmichael fue un gran músico, excepcional, aunque su reconocimiento no fue tal si lo valoramos en premios recibidos. Y como actor, es difícil tener un puñado de personajes tan recordados como los suyos, tan entrañables, participando en tan pocas películas y con papeles tan secundarios. Pero Hoagy lo consigue por su cercanía y por su realismo. En mi opinión, nunca actuó. Hoagy Carmichael era así y se interpretaba siempre a sí mismo, ya fuera el tío Buch, el entrañable Smoke o este sobresaliente Cricket de Tener y no tener. Finalizaremos, ahora sí, con una de las canciones que interpreta en la película, la titulada Hong Kong blues, compuesta por él mismo.

Ayer, en la Biblioteca Municipal de Jaca proyectaron Tener y no tener. De acuerdo que lo que veíamos era una copia en DVD, que la sala de cine es una sala de biblioteca reconvertida. Pero qué quieren que les diga, uno agradece ir con su señora a ver joyas del cine como esta, algo que en los cines de España (los que quedan) no es muy común y además tenemos que señalar que la entrada era gratuita. Con lo cual, agradezco la iniciativa de la Biblioteca Municipal de Jaca y alabo sus selecciones cinematográficas. La próxima, no me la pierdo.

Mansa chatarra (Francisco Ferrer Lerín)

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Incontrolable es el material que forma y da cuerpo a nuestros sueños, como si perteneciera a un mundo que no hemos vivido pero recordamos o que, paralelamente, se inventa para nosotros, como una suerte de escapatoria que no siempre nos depara un final feliz. Toda esta amalgama de imagenes y sentimientos nos rodea, como la basura espacial gravitando alrededor de nuestra mente pero, en este caso, transformándose en chatarra universal, amansada por la mano maestra del escritor, que comparte una parte tan personal de su existencia para que el lector la convierta en una experiencia propia. 
"Vi colgadas del cielo cientos de maletas. Y comprendí que se estaba acabando el verano y que pronto habría que partir"

Surrealismo y belleza se dan la mano en frases como esta, durante toda la antología que es Mansa chatarra, una edición cuidada hasta el mínimo detalle por Jekyll & Jill, complementada con fotografías personales del autor que ilustran algunos de los textos y que completan la delicia de esta experiencia que supone su lectura. En Mansa chatarra hay relato, hay poesía, muerte y vida, hay belleza pero hay horror, surrealismo, monstruos hermosos y ángeles horribles pero, sobretodo, hay autenticidad, literatura, hay un estilo personal, mimado hasta la última coma, que lo convierte en único. En este caso, el escritor incide directamente en el ánimo del lector, provocándolo y motivando sentimientos encontrados que obligan a elegir entre el bien y el mal, a plantearse qué es realmente correcto o incorrecto. En el libro encontramos textos de La hora oval (Ocnos 1971), Cónsul (Península 1987), El bestiario de Ferrer Lerín (Galaxia Gutemberg 2007), Papur (Eclipsados 2008), Fámulo (Tusquets 2009), Gingival (Menoscuarto 2012), Hiela Sangre (Tusquets 2013) y algunos textos extraídos directamente de su blog. Palabras de estética incontestable (chacinerías, pigargos, prognato, socaire, breña, trófico, narinas, podre, barahúnda, conturbado, ayo, basalto, estentóreo, rastrojera...) decoran los paisajes de potentes imagenes que el lector deberá recorrer con meticulosidad y no desprovisto de vigilancia, para no verse sorprendido por la energía que desprende esta Mansa chatarra 

Francisco Ferrer Lerín (Barcelona 1942) es filólogo, escritor, traductor y ornitólogo, pasión esta que es más que palpable en varios de los textos que completan esta antología y que le llevó a vivir a Jaca, donde reside en al actualidad. En 1964 publicó su primer libro en una productiva  carrera literaria que comenzó a los 17 años. Ha colaborado con El País, La Vanguardia, Estaciones, Diario Jaén, Poesía española, Rocamador, Diario de Barcelona, Informaciones, El Heraldo de Aragón, Papeles de Son Armadans, Ínsula y El Estado Mental. En 2001 escribió Die Rabe, guión cinematográfico por encargo de Frederic Amat que en 2005 dará lugar a la novela Níquel. En 2010 es galardonado con el Premio de la Crítica por su libro de poesía Fámulo(Tusquets. 2009) En cualquier caso podemos consultar su obra completa y parte de su biografíaaquí
Por su obra Mansa chatarra, Ferrer Lerín ha sido galardonado hoy mismo con elPremio Cálamo Extraordinario 2014Desde la admiración y la gratitud por un estupendo tiempo de lectura, quiero dar mi enhorabuena al autor por tan merecido premio.

Fiesta 33

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¡Ya te podrías haber esmerado más con la tartica de cumpleaños, maña! ¡Mira! ¡Si me la como con el dedo!
Dicen que es la edad de Jesucristo...33 pero no me veo crucificado todavía. Así que, en lugar de eso, señores blogueros les invito a mi fiesta de cumpleaños bloguera y privada (aunque estos dos términos sean antónimos) Como no podía ser de otra manera, el Entertainer de la fiesta será Franky y nos da la bienvenida así, relajadamente, con relaxin' swing. ¿Ahora qué, amor? Pues, ahora, porque sí y como siempre, Frank:


Genial Frank, no pudiste estar mejor. El concierto de Frank continúa aquí Y ahora, os quiero dejar un regalico. El poema central que escribí para Concierzo de viento (12 poemas + 1 vendaval) es un guiño a una balada de jazz preciosa titulada Gentle rain, especialmente interpretada al piano, delicadamente, por Diana Krall. Pero el caso es que, investigando sobre esa canción, encontré otra con el mismo título que está dedicado a la obra de Jane Austen "Orgullo y prejuicio". Es una melodía septembrina y muy bella que, al no tener letra, resulta muy adecuada como fondo sobre el que leer un poema. Así que, me pongo un trajecico (mostaza menorquín y camisa azul mahón... por la elección, más que nada) y esta es mi pequeña aportación al día de mi cumpleaños, un recital corto y privado para todos los blogueros con el poema Gentle rain, un video que formaba parte del ciclo ya extinto y reconvertido de Noches de Pabostría. No obstante, como han quedado grabaciones pendientes de publicación, el ciclo Noches de Pabostría seguirá estando presente por aquí, al menos, durante un tiempo. (Ya hay que tener coraje para abrir la boca después de haber escuchado a Sinatra pero...ahí va)


Con vuestro permiso, voy a seguir con la poesía y una cita con las letras.Y es que, el próximo jueves, el bonito proyecto que pusieron en marcha los alumnos del IES Damián Forment de Alcorisa (Teruel) titulado Ábreme: versos entintados en el que ilustraban con la técnica del linograbado poemas de varios autores (Isabel Izquierdo, Marcos Callau, Javier Gascón, Lourdes Serrano, Charo de la Varga, Andrea Alonso, Rubén Soriano, Juan Luis Saldaña, Janet Valtriboullier, Ana Baquedano, Areli Regino, Maribel Moratilla, Javier Castán Usieto, Luis Romero, Cristino Bogado, Víctor Guíu, Paloma Bienert, Enrique Tallo, Juan Leyva, Martín Moureu, David Giménez Alonso y Elisa Berna) se presenta en Zaragoza. Más concretamente será en Pasaje A-Marte (Avda. Madrid 7-8 Local 18) a las 19:30 Los alumnos-artistas fueron Mario Alquézar, Mari Carmen Ballonga, Jesús Campos, Natalia Martos, Xenia Nuez, Yasmina Oliveros, Estrella Pérez, Ikewa Vicho, Pablo Carreras, Patricia Guijarro, Adrián Oliveros, Ismael Pascua, Lucía Torres, Fadwa Afraites, Pablo Calderón, Hakima El Hajji, Miguel Ángel Lahoz, Laura Lorenz, Candela Marrupe, Nicolás Peralta, Ana Pérez y el profesor Joaquin Macipe Costa. Gracias a todos por el esfuerzo realizado.

Y hasta aquí la celebración de los 33 Espero que lo hayan pasado bien. Nos vamos a dormir que hay pequeños que ya sueñan...Buenas noches...

Exilios...de Pabostría (booze time!)

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Jaca, desbordada or la nieve estos días.
En ocasiones, tenemos que desintoxicarnos y tomarnos un descanso, un tiempo de relax, para tomarnos la vida con alegría y de paso, echarnos unas risas. Todavía no só qué sucede, cuando nos encerramos en el hogar, resguardados de la copiosa nieve que abarrota y desborda las calles de Jaca y alrededor de una vela (como decía el grupo O'Carolan) o de una buena botella de vino, surgen las tertulias más surrealistas, los poemas más voraces, las ideas más desesperadas...algo así como tertu...liando. Lo que Sinatra llamaba en sus conciertos el booze time!: una especie de monólogo tragicómico a la deriva.Como continuación a aquellas Noches de Pabostría pergeñadas en Zaragoza, ahora desde las montañas, nacen los exilios de Pabostría. Quizá afectados por la ingestión descontrolada de nieve o víctimas de una alucinación por exceso de blancura. Que lo disfruten o lo padezcan...

Ancestral:


Ricardo Usón: Silencio
Javier Castán; Estrella fugaz:

Jazzy room

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Balanceo leve de luz
en mitad de la mañana nebulosa.
Proyectada con sordina
y sin voz,
al final de las escaleras
que serpentean
-varanos dormidos-
sobre el ocaso fachada
de una casa sin nombre.

Hice sonar el timbre.
Contestó desde la niebla
un barco medio dormido
de viejo saxofón.
Un ronquido
vago y crepuscular,
diatónico acordeón,
abriendo la puerta.
Pasillo oscuro y creciente marea,
oculta.
Varado en la cocina,
un tiburón de madera
boquea fuera del agua.
Desea respirar
contra el ahogo de cuerdas 
prendidas al mástil.
Preso, amarrado a una lavadora, 
espera ser pulsado 
o atravesado por el arco.
La libertad, para huir del cuerpo,
en su propio ataúd.

Existen guitarras españolas
como faros oceánicos
para que todo vuelva a tener sentido
y los bancos de peces
encuentren su camino.
Manadas de niebla
donde, sin previo ensayo,
todo se armoniza
para terminar siendo música.

El peligro
está en cuatro acordes mal entendidos
si los disfraces no terminan
en mañanas con antifaz
y calimas suaves,
de carnaval.

Gaia

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Definitivamente
la última tormenta de arena
dejó al descubierto el esqueleto de Gaia.

No creo que pueda resistir
una guerra más.

El río que partía esta ciudad
es ahora una enorme fosa común,
un gran cementerio
donde rueda el cadáver de la esperanza
para el ser humano,
envuelto en muchos otros muertos,
que ya no desembocan
porque no resta principio
ni ya queda fin.

Insalvable el camino,
flanqueado por mastodónticas paredes.
El panorama
es una amalgama de huesos,
una carcasa sin piel,
donde resiste el lagarto prehistórico
que olvida, cada vez que saca la lengua,
la teoría de la evolución.

Sobre una huella de sangre antigua
no reconozco mis pasos.
Nadie ha reparado si quiera
en pensar una lágrima
para derramar
sobre este río seco.
Y fue lo más parecido
que encontramos a la vida.

Dicen los científicos
que ha llegado el Antropoceno.
Primero fueron plagas bíblicas,
sequías como penitencias.
Llegaron los terremotos,
se quebró el centro del planeta.
Asistimos a la masturbación de un dios pagano
y se elevó el mar, en un tsunami,
por encima del cielo.

Para esta nueva era
nadie derrama ya sus lágrimas.
Pero Gaia, en silencio
y desahuciada
está fraguando
el último suspiro.


La Madre Tierra, la Pacha Mama o Gaia es una de las grandes víctimas que enferma a manos del ser humano. He querido dedicarle este poema a Gaia, a su dolor. Hace ya poco más de un año descubrí uno de los homenajes más bellos que se le han tributado a nuestra Tierra. El cantautor Kike Ubieto, dedica a Gaia una canción de amor, un precioso bolero, que podemos escuchar en su disco Pan y Circo y en este enlace.De esta manera me despido de vosotros hasta septiembre y dejo tanto este blog como el de Sinatra"cerrado por vacaciones" durante el mes de agosto. Les invito a conocer las actividades que el Ateneo Jaqués va a realizar durante la Feria del libro de Jaca. Podrán estar al día de todos los actos en nuestro blog.

Un fuerte abrazo y feliz verano. 

Siguiendo el ritmo: Poesía & Jazz

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Allí donde se estrecha el valle del río Aragón, parece mantenerse todo en calma. Se alarga el instante y recuperamos la buena costumbre de la tranquilidad. Al fondo, últimos picos aragoneses y pirineo francés, con la última nieve.
Todo el mes de marzo sin una entrada en este blog, lugar que no actualizaba desde febrero. Cualquier excusa es mala. Con este regreso quisiera, de nuevo, volver a publicar asiduamente con un ritmo que sea, al menos, semanal. La imparable actividad con la asociación cultural Ateneo Jaqués, así como el mantenimiento de su propio blog, la celebración del centenario del nacimiento de Frank Sinatra y las continuas actualizaciones de su página en Facebook, han propiciado que la actividad en mi blog personal, así como el tiempo reservado para escribir, disminuya y se reduzca considerablemente. En cualquier caso, esta entrada es un propósito de enmienda y un intento de reservar, cada día, un pequeño momento de silencio y escritura para poder, al menos, una vez por semana, actualizar este discreto rincón que siempre ha sido tan vital para mí. Pido disculpas a los asiduos visitantes por la demora pero espero no volver a repetir este descuido. Para retomar el ritmo, ¿qué mejor que poesía y jazz? Una fusión que últimamente, hemos experimentado con Ateneo Jaqués, a partir del Club de Jazz de Jaca, en el mes de marzo. El pasado jueves 23 de abril, Día del Libro, ofrecimos un recital de poesía y jazz en la plaza del Ayuntamiento de Canfranc Estación. Allí, entre otros, sonó este poema, con el fondo de Mañana de Carnaval.

Javier Castán, Sergio Iguacel, Mario Cantabrana, Lucía Pons Escrich, un servidor y Javi López, tras el recital de Canfranc.

Son las tres menos cuarto de la noche
mientras, barruntan desierto todas las ciudades.
Desierto de lienzos en blanco y dudas de arena
para pintar nuevos idiomas,
donde las calles aspiran a refugio y quedan
incompletas.

Son las tres menos cuarto y esta noche quiero ser libre.
Deja mecer mi voz
en el saxofón rampante de un verso,
improvisar;
déjame ser dios,
escudriñar 
los tonos azules que adquieren, de madrugada,
los rostros que roba el demonio.
Premisa primera y última: No seguir el cauce,
desbaratar todos los ríos. 

El mar es caótico pero está afinado.
Poesía y jazz, dos amantes destinados a entenderse.
Chispazos que tienen sabor de neón
donde se quiebra una palabra, una luna.
Trompetas en un cajón
huyendo de labios acostumbrados.

Son las tres menos cuarto.
Estrenamos un nuevo mundo.
¡Bienvenidos al Club!


Ha habido varias versiones ya de este poema. Cada lectura es distinta. Así sonó en Canfranc.
Aquí podemos ver un fragmento de otra versión.
Poesía&Jazz, dos amantes destinados a entenderse. Espero que os haya gustado.

Gaia

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Definitivamente
la última tormenta de arena
dejó al descubierto el esqueleto de Gaia.

No creo que pueda resistir
una guerra más.

El río que partía esta ciudad
es ahora una enorme fosa común,
un gran cementerio
donde rueda el cadáver de la esperanza
para el ser humano,
envuelto en muchos otros muertos,
que ya no desembocan
porque no resta principio
ni ya queda fin.

Insalvable el camino,
flanqueado por mastodónticas paredes.
El panorama
es una amalgama de huesos,
una carcasa sin piel,
donde resiste el lagarto prehistórico
que olvida, cada vez que saca la lengua,
la teoría de la evolución.

Sobre una huella de sangre antigua
no reconozco mis pasos.
Nadie ha reparado si quiera
en pensar una lágrima
para derramar
sobre este río seco.
Y fue lo más parecido
que encontramos a la vida.

Dicen los científicos
que ha llegado el Antropoceno.
Primero fueron plagas bíblicas,
sequías como penitencias.
Llegaron los terremotos,
se quebró el centro del planeta.
Asistimos a la masturbación de un dios pagano
y se elevó el mar, en un tsunami,
por encima del cielo.

Para esta nueva era
nadie derrama ya sus lágrimas.
Pero Gaia, en silencio
y desahuciada
está fraguando
el último suspiro.


La Madre Tierra, la Pacha Mama o Gaia es una de las grandes víctimas que enferma a manos del ser humano. He querido dedicarle este poema a Gaia, a su dolor. Hace ya poco más de un año descubrí uno de los homenajes más bellos que se le han tributado a nuestra Tierra. El cantautor Kike Ubieto, dedica a Gaia una canción de amor, un precioso bolero, que podemos escuchar en su disco Pan y Circo y en este enlace.De esta manera me despido de vosotros hasta septiembre y dejo tanto este blog como el de Sinatra"cerrado por vacaciones" durante el mes de agosto. Les invito a conocer las actividades que el Ateneo Jaqués va a realizar durante la Feria del libro de Jaca. Podrán estar al día de todos los actos en nuestro blog.

Un fuerte abrazo y feliz verano. 

Frank Sinatra, de gira por España

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En la acogedora librería/lencería Espacio Ralo (C/ Reina Fabiola 15) en Zaragoza, donde podemos visitar la exposición dedicada a Sinatra, hasta el 29 de mayo.
Ateneo Jaqués ha organizado una exposición itinerante y multidisciplinar para celebrar el año del centenario del nacimiento de Frank Sinatra y el pasado sábado recaló en Zaragoza, en Espacio Ralo (C/ Reina Fabiola, 15) donde se podrá visitar hasta el próximo 29 de mayo. La andadura de esta exposición coomenzó en Hecho para continuar en Jaca, donde permaneció hasta el pasado 14 de mayo. Varios autores han colaborado desinteresadamente en ella y podemos encontrar obras de Pilar Aguarón, Arantza Álvarez Lascurain, Antonio Callau, Pedro Sagasta, Javier SotoMiriam StoliskyMiquel Zueras, además de los poemas dedicados a Frank Sinatra de escritores como Eva Antón, José Antonio Conde, Francisco Ferrer Lerín, Raúl Herrero, Juan José Parcero Aznar, María Luisa Rubio, Topoético, Miguel Ángel Yusta y algunos clásicos que también dedicaron sus poemas al cantante como Miguel Labordeta, Rod McKuen o Blanca Varela. La exposición está abierta y dispuesta a recibir más obras. De momento, sigue creciendo y en la actualidad espera la recepción de un nuevo lienzo que está las últimas fases del proceso de creación. Así mismo, se solicita la participación de escritores que deseen dedicar un texto al cantante. Como hemos dicho, la muestra en tributo a Frank Sinatra es itinerante. En diciembre estará en Madrid, en la Biblioteca Manuel Alvar y esperamos confirmar fecha para otros lugares que han mostrado interés por ella como Barcelona, Huelva, Santoña, Eibar, Guipuzcoa o Canfranc. Esta iniciativa está dentro del circuito de celebraciones que a nivel internacional se están llevando a cabo alrededor de la figura de Frank Sinatra y que se inició en la Biblioteca Pública de Nueva York con la exposición Sinatra: An American icon.
Miguel Ángel Yusta, recita uno de sus poemas, escrito especialmente para Sinatra
El pasado sábado, unas veinte personas asistieron al acto de inauguración de la exposición en Zaragoza. En él participaron Raúl Herrero, Alfredo Moreno, José Antonio Conde, Eva Antón, Miguel Ángel Yusta, Lucía Pons Escrich, Maria Luisa Rubio y asisiteron los pintores Pilar Aguarón, Antonio Callau, Juan Luis Borra y Eduardo Laborda, entre otros. Primero se celebró un recital de poesía dedicada a Frank Sinatra y posteriormente, un coloquio sobre vida y obra del cantante. 

El domingo El Periódico de Aragón se hacía eco de la exposición y hoy aparece una breve nota de prensa en Heraldo de Aragón. No dejen pasar la oportunidad de visitar esta exposición en Espacio Ralo (C/ Reina Fabiola, 15) Tienen tiempo hasta el 29 de mayo.
Objetos que nos hablan de la vida de Frank Sinatra (Camel sin filtro, lo que fumaba. Jack Daniel's, lo que bebía) acompañan un lienzo donde aparece un retrato, obra de por Pilar Aguarón. En la fotografía también aparece un objetoo de colección, el muñeco de Frank Sinatra fabricado por Barbie.


La sonrisa del león, un regreso esperado

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Aunque la producción literaria de Roberto Malo ha gozado de excelente salud en los últimos años, tanto en el plano novelístico como en literatura infantil, sus lectores echábamos de menos el regreso a dos de sus títulos que con más grato recuerdo guardamos en nuestra memoria: Malos sueños y La luz del diablo. Y es que La sonrisa del león es una nueva recopilación de relatos que supone un regreso al humor negro y luminoso de Roberto Malo, a la originalidad y la lucidez en la narración breve, a la chispa de la sorpresa, para los ojos lectores, Como apunta el escritor David Jasso en una nota de contraportada, los relatos de Roberto, sorprenden, arrastran y desgarran con un contrapunto mordaz, siempre presente, que consigue arrancarte una sonrisa que, instantes después, se congelará sobre tus labios. Es uno de los secretos de La sonrisa del león. Pero no el único.
Cualquier lugar es idóneo para llevar estos relatos bajo el brazo y disfrutar de su lectura

 Me apresuro a señalar la brillante colaboración del ilustrador Javi Hernández que contribuye, de manera decisiva, haciendo que el aspecto general del libro lo conviertan en un objeto de coleccionista, donde ingeniosos dibujos a lápiz, en blanco y negro, completan y complementan a la perfección los no menos ingeniosos relatos de Roberto Malo. Una colaboración, sin duda, muy acertada.
Javie Hernández completando una de las ilustraciones del libro.

El libro, que cuenta con una edición extremadamente mimada como ya hemos comentado, está compuesto por nada menos que sesenta relatos que nos llevan desde la broma abierta con el lector (como Relato invisible) hasta el surrealismo de Un león y un camaleón en mi cama pasando por influencias cinematográficas de temática muy variada (Ponga un pobre en su mesa nos remite directamente a la película española Plácido mientras que La ducha lo hace a Hitchcock, concretamente a un estadio intermedio entre Psicosis y Frenesí), relatos sexuales (como el disparatado Sexo oral que alude a la dificultad de realiazar el acto sexual con una sirena o La sonrisa del león) o incluso relatos poéticos, como es el caso de Oscuridad, escrito estética y morfológicamente como un poema. El conjunto armonioso que supone La sonrisa del león establece el paisaje fantástico característico en el estilo de Roberto Malo pero agudizando su vis cómica, de manera notable respecto a sus dos anteriores antologías de relato. Además, cada narración está hilada de manera consecuente, siguiendo una estructura y relacionando cada relato con el inmediatamente posterior. Así, podemos encontrar una suerte de categorías en la construcción formal del libro. Comenzaríamos con la comicidad de lo absurdo para pasar inmediatamente a los relatos relacionados con el juego, hasta el mágico Brujita, brujita. Posteriormente tendremos presentes los temas más humanos como son la vida, el amor, el abandono, la muerte, siempre alternando con algún relato donde Roberto da rienda suelta a su fantasía, como es La vieja locomotora, humanizando muy acertadamente a los trenes, o el magnífico relato titulado El hombre reloj. Como hemos referido anteriormente, el cine está muy presente en este libro y el primer ejemplo es un homenaje abierto a El día más largo y dos guiños muy divertidos a King Kong. De nuevo nos remitimos al sexo como un elemento importante en un gran número de narraciones y encontramos también una sección especial dedicada a la navidad, entendida como una celebración completamente diferente a aquello que marca la tradición y no exenta, desde luego, al particular humor del autor que, en estos relatos, se torna especialmente negro. El colofón final está marcado por unos textos donde el autor aborda, desde el humor, temas tan escabroos como la necrofilia (El resucitador); también tiene tiempo de viajar al ámbito de lo extraño, casi rozando el mundo paranormal, (La llamada), la ciencia ficción (El monstruo de las narices o El planeta encerrado), el mundo criminal (En el confesionario o Jornada laboral de un cuchillo), el lado más cómico del relato policíaco (Detective express y Teléfono pinchado) para terminar con algunos estupendos microrrelatos viajeros que nos llevan, inevitablemente, al final del recorrido por estos fantásticos relatos que terminan, de nuevo, con una broma abierta que sorprende y juega con la ya de sobras ganada complicidad del satisfecho lector. Una vez más, citando a David G. Panero en otra nota de contraportada, Roberto Malo es el más y mejor cuentista de la banda. ¡Enhorabuena! ¡Lo conseguiste de nuevo!


De nuevo Javi Hernández dibujando una de las ilustraciones y posteriormente, el resultado final en el libro. Esta segunda fotografía está tomada del blog Alcorze.

Mi mujer favorita (My favorite wife. Garson Kanin/Leo McCarey 1940)

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Cary Grant, Irene Dunne y Randolph Scott.
Paseando por blogs amigos encontré un artículo de Hildy Johnson que hablaba de los ascensores en el cine. Mi memoria cinéfila no pudo dejar pasar la ocasión de recordar uno de los momentos más divertidos de las comedias screwball que sucede, precisamente, en un ascensor. Para ello, hablaremos hoy de una película que, a pesar de haber visto en numerosas ocasiones, nunca había reseñado: Mi mujer favorita, dirigida por Garson Kanin y producida por Leo McCarey en 1940 (Sí que hice un leve acercamiento, hace cuatro años, que se puede leer aquí)
Cary Grant, en su salsa.
Un pletórico Cary Grant de 36 años acababa de rodar La fiera de mi niña (Howard Hawks 1938), Gunga Din (George Stevens 1939) y en 1940 abordaría nada menos que tres películas, entre las que se encontrabaotra brillante comedia, Historias de Filadelfia (George Cukor 1940) No creo que sea una exageración afirmar que Cary Grant era, en aquella época, el actor de actores, el más cotizado y valorado de todos. Y no era para menos. Él lo sabía y siempre llenaba la pantalla cuando aparecía. Si contabas con él, como protagonista, poco más hacía falta para que la película fuera un éxito. Este es el tipo de actor que nos encontramos en Mi mujer favorita. Grant vuelve al tipo de personaje que había creado para La fiera de mi niña, el que repetiría con gran éxito en Arsénico por compasión (Frank Capra 1944), cuatro años más tarde. Era ese tipo de galán, un poco alelado, torpe y patoso, al que las mujeres le traen de cabeza y dominan su vida, sin remisión.
En esta ocasión, la partenaire de Grant no podía ser mejor. Se trata de Irene Dunne, con la que ya había compartido pantalla en Terrible verdad (Leo McCarey 1937) y volvería a hacerlo, un año más tarde, en Serenata nostálgica (George Stevens 1941), de manera menos efectiva, debido al extraño giro hacia el drama con una pareja que funcionaba y se había entendido a las mil maravillas en la comedia. Completan el cuarteto protagonista Randolph Scott y Gail Patrick.
En el juzgado: Gail Patrick, Cary Grant, Irene Dunne
Nick Arden (Cary Grant) habiendo dado por muerta a su esposa Ellen Arden (Irene Dunne), que lleva desaparecida siete años, decide rehacer su vida. Para ello se dispone a contraer matrimonio con la joven Bianca (Gail Patrick). Pero, después de la ceremonia, antes de emprender el viaje de luna de miel con su nueva esposa, Ellen, su ex mujer, vuelve a la vida o, mejor dicho, aparece y decide hacer lo posible por recuperar a su marido. Ellen, contrariamente a lo que Nick pensaba, había sobrevivido al accidente donde creyó perderla yhabía pasado siete años en una isla desierta junto a su salvador, el apuesto Stephen Burkett (Randolph Scott), una suerte de Tarzán isleñoDebemos buscar el orígen de tan disparatado argumento en un poema, el titulado Enoch Arden, de Alfred Tennyson. Podemos leer tal poema aquí. Con semejante punto de partida podemos imaginar que el resto de la película abordará situaciones disparatadas, gags donde Cary Grant se debate entre sus dos esposas (acusado, además, de bigamia) y donde se desenvuelve como pez en el agua; enredos, equívocos, celos y unas pequeñas dosis de romanticismo clásico que convierten a esta comedia en una de las más divertidas e imprescindibles del género. 
Randolph Scott e Irene Dunne. Cary Grant, detrás, sufre los celos.
Situémonos en la escena del ascensor. Es prácticamente el punto de partida de esta disparatada comedia. Nick (Grant) acaba de contraer matrimonio con Bianca (Patrick) y se disponen a comenzar su luna de miel en un lujoso hotel. Un botones acompaña a la pareja de recién casados llevando las maletas al ascensor. Cuando se están cerrando las puertas, Nick ve en el vestíbulo a su anterior esposa, Ellen y acompaña el cierre de puertas del ascensor con su cabeza, inclinando el cuerpo hacia la izquierda, hasta que terminan de cerrarse, momento en que vemos la cara de perplejidad de Nick. Aunque resulta un gag muy sencillo ha sido imitado en varias ocasiones a lo largo de la historia del cine. De hecho, la película inspiró dos remakes y solo uno se pudo llevar a cabo. El primer remake estaba dirigido por George Cukor y quedó incompleto por la repentina muerte de Marilyn Monroe, que era su protagonista. Se trataba de Something's got to give y en el reparto también estaba Dean Martin. Se rodaba en 1962 cuando el mundo del cine sufrió, como una sacudida, la trágica noticia. Posteriormente, tuvo lugar un remake desafortunado con Doris Day. Podemos ver la famosa escena del ascensor en el propio tráiler de My favorite wife:



Antes de terminar este post es necesario hablar de una de las mayores curiosidades de la película: ¿Quién era realmente la mujer favortia de Cary Grant? Pues bien, no era Irene Dunne. Aunque actualmente el hecho es de sobras conocido, en 1940 Cary Grant era el galán por excelencia, por el que suspiraban actrices, figurantes y público en general. Nada conocían de su orientación sexual.
Cary Grant y Randolph Scott en una imagen que suponemos inédita en la época

Grant y Randolph Scott se habían conocido ocho años antes, en 1932, durante el rodaje de Sábado de juerga (William A. Seiter) y parece ser que, desde ese momento, adquirieron una casa en Santa Mónica (lejos de los inquisitivos fotógrafos hollywoodienses) y compartieron el máximo tiempo posible. Por aquel entonces Cary Grant estaba casado con Virginia Cherrill y esta lo abandonó por pasar demasiado tiempo junto a su amigo. Más que con ella. Como vemos, en 1940, año en que se rodaba Mi mujer favorita, la pareja Grant-Scott ya llevaba tiempo consolidada, eso sí, en el más estricto secreto. La sociedad norteamericana hubiera acabado con la carrera de ambos actores de haber conocido esta historia. De hecho, Cary Grant tuvo que contraer matrimonio en numerosas ocasiones (hasta cinco), aconsejado y presionado por los estudios de grabación para acallar posibles rumores. Lo cierto es que Randolph Scott forma parte del reparto de Mi mujer favorita porque fue condición inapelable del propio Grant. Durante el rodaje, compartieron íntimamente todo el tiempo libre e incluso vivieron juntos, completamente aislados del resto del equipo. Sin duda, eran tiempos difíciles para la homosexualidad y esta pareja tuvo que vivir verdaderas complicaciones. Dos años más tarde, en 1942 Cary Grant contrajo matrimonio con Barbara Hutton quien, según dicen, acabó con el idilio entre su marido y Randolph Scott que, comprendiendo que se trataba ya de un amor imposible, contrajo a su vez matrimonio con Patricia Stillman, en 1944, con la que compartió el resto de su vida. Sin embargo, Grant se divorció de Hutton en 1945 La relación entre él y Scott perduró en el tiempo, al menos transformada en amistad, hasta 1986 año en que murió. Randolph Scott solo sobrevivió un año a la muerte de Grant
Década de los treinta. Scott y Grant, en su casa, como dos playboy
Desde luego, conociendo esta historia como telón de fondo, el visionado de Mi mujer favorita queda alterado y lo contemplamos todo desde otro punto de vista. Sin embargo, no deja de ser una divertida comedia, agradable para ver tranquilamente una tarde de domingo, ahora que empieza a apretar el calor. O eso, o nos vamos a la playa...
Randolph y Cary se divierten

El reparto completo de My favorite wife:Gail Patrick, Cary Grant, Irene Dunne y Randolph Scott

Hojas cayendo a mi alrededor

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Fotografía de Sarah World

Cuando llega septiembre,
a veces, uno se deja caer
por destartaladas librerías de viejo
donde el polvo de las vidas
y de los siglos
lucha por escribir el absurdo epílogo
de aquellos ejemplares 
hacinados en el olvido.
Ejemplares-vidas que callan sus bocas
cuando ya revelaron el secreto
a millones de ojos que lo propagan.
Vidas-ejemplares que enmudecen
recelosos de espléndidos tomos
en cubiertas verde inglés
y encuadernaciones de lujo.

Y entonces cualquier día de septiembre, decía,
uno entra con cuidadoen una vieja almoneda
por no despertar historias dormidas.
Se detiene ante la estantería de pino
y descifra, como puede,
los títulos erosionados al dorso,
aquellos que desafían a la ruina.

Y la ciudad, ese animal alejado, protesta
y el mundo pierde el norte 
condenado al monótono engranaje
mientras las hojas amarillas
caen a mi alrededor
de pura lástima.

Hojas muertas por las calles
y en los libros,
como fósiles de un planeta antiguo.
Hojas de otoño en una librería de viejo
escribiendo el prólogo de un abrazo
con promesa de vida.
Cuando llega septiembre, a veces,
uno intenta rescatar
antiguas lecturas
como nuevas pulsiones
que conducen y saben latir
de vuelta al hogar.

Cuando llega septiembre
en una librería de viejo.

Shakespeare Library, Paris. Fotografía de esta web

Y es que septiembre no es un mes...es una actitud:


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